Del mismo modo que Dios designó al Patriarca José, hijo de Jacob, gobernador de todo Egipto para asegurar al pueblo el trigo necesario, así, cuando se cumplió el tiempo en que el Eterno había de enviar a la tierra a Su Hijo único para rescatar al mundo, escogió a otro José del que el primero era figura. Lo estableció señor y príncipe de su casa y de sus bienes; le confió sus más grandes tesoros.
En efecto, José tomó como esposa a María, la Virgen inmaculada, de la que había de nacer, por obra del Espíritu Santo, Jesucristo, quien pasó ante los ojos de todos como hijo de José y le fue sumiso en todo. Aquel que tantos profetas y reyes deseaban ver José no sólo lo vio sino que conversaba con él, lo abrazaba con ternura paternal y lo cubría de besos; con un cuidado y solicitud sin igual alimentaba a Aquel que se haría para los Fieles Pan de Vida Eterna.
A causa de esta dignidad sublime que Dios confiere a su servidor fiel y solícito, la Iglesia siempre ha honrado y exaltado a José con un culto excepcional, aunque inferior al de la Madre de Dios. Siempre, en horas críticas, la Iglesia ha implorado su ayuda... Por esto, declaramos solemnemente a San José Patrón de la Iglesia Católica.
San José es realmente Padre y Señor, que protege y acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús mientras crecía y se hacía hombre, hasta Su ingreso en el Cielo. Nuestro Señor fue llamado "Hijo de José", (San Juan,cap. 1, vers. 45; cap. 6, vers. 42; San Lucas, cap. 4, vers. 22).
Según los evangelios de San Mateo y de San Marcos, San José era un "tekton" (San Mateo, cap. 13, vers. 55; San Marcos, cap. 6, vers. 3), que bien se puede traducir como "carpintero" o "albañil". San Justino lo confirma, y la Tradición ha aceptado esta interpretación.
Piadosamente se cree que San José murió poco antes de que Jesús Nuestro Señor iniciase Su vida pública, pues no vemos que aparezca, por ejemplo, en las bodas de Caná, ni en tantas otras narraciones de milagros y hechos de Jesús, y, sobre todo, cuando Él muere en la Cruz... ¡jamás habría abandonado San José a Jesús en ese trance si hubiera vivido!. Que San José ya había muerto, nos lo confirma el hecho de que Jesús recomienda los cuidados de Su propia Madre a San Juan, dando a entender que ya no existía José, pues si no, es obvio que la hubiera confiado a Su Castísimo Esposo.
La Tradición sitúa la muerte de San José entre los 50-55 años, asistido en su última enfermedad por Jesús y María: Jesús mismo le animaría a esperar la Felicidad Eterna, prometida a los que aman al Señor, mientras que Nuestra Señora le consolaría, recordándole su misión como padre adoptivo del Salvador... La muerte de San José fue la más apacible y tranquila que pueda gozar el justo, es por eso que la Piedad Católica lo ha considerado Patrón de la Buena Muerte y especial Protector de los agonizantes.
Algunos teólogos son de la opinión que el cuerpo de San José, unido a su alma, se encuentra también glorioso en el Cielo, compartiendo con Jesús y María la Eterna Bienaventuranza. Se considera que la plena glorificación del Patriarca San José tuvo lugar probablemente después de la Resurrección de Jesús. Uno de los fundamentos en que se basa esta doctrina, moralmente unánime desde el siglo XVI, es el dato que aporta el Evangelista San Mateo de los sucesos que ocurrieron a la Muerte del Señor "...muchos cuerpos de los santos, que habían muerto, resucitaron." (1) Doctores de la Iglesia y teólogos piensan que Jesús, al escoger una escolta de resucitados para afirmar Su propia Resurrección y dar más realce a Su Triunfo sobre la muerte, incluiría en primer lugar a Su padre adoptivo.
El amor sublime que lo ligaba a Jesús y a María en la tierra, ¡en qué maravilla se habrá transformado en el Cielo!. ¿Pueden su Hijo y su Esposa negarse a sus peticiones?. ¡Cómo sería el nuevo encuentro de Jesús y San José!.
"El Glorioso Patriarca -afirma San Francisco de Sales- tiene en el Cielo un crédito grandísimo con Aquél que tanto le favoreció, conduciéndole al Cielo en cuerpo y alma (...) ¿Cómo iba a negarle esta gracia a quien toda la vida obedeció? Yo creo que José, viendo a Jesús, le diría: Señor mío, acuérdate de que cuando bajaste del Cielo a la tierra te recibí en mi familia y en mi casa, y cuando apareciste sobre el mundo Te estreché con ternura entre mis brazos. Ahora tómame en los Tuyos y, como Te alimenté y Te conduje durante Tu vida mortal, cuida Tú de conducirme a la Vida Eterna."
La excelsitud y el grado de Gloria que recibió el Santo Patriarca José, proporcionalmente a su misión y a los done otorgados, ha de colocarse, después de Santísima Virgen, en el más alto lugar. (2)
El Patrocinio de San José, por ser Universal, se extiende a la Iglesia Triunfante (en el Cielo), la Purgante (las Almas retenidas en el Purgatorio) y la Militante, que es aquella que formamos los bautizados que aún permanecemos en este mundo. San José fue el Custodio legítimo y natural, cabeza y defensor de la Sagrada Familia, por eso, si está unido para siempre con su Hijo y su Esposa, es lógico también que proteja ahora y defienda con su celeste patrocinio a la Iglesia nacida en el Santo Hogar de Nazareth.
NOTAS ACLARATORIAS
1- Evangelio de San Mateo, cap. 27, vers. 52 .
2- La Santa Iglesia Católica tributa a San José el singular culto de "protodulía", esto es, perteneciente al primer Santo, después de la Virgen María, a la que corresponde el culto de "hiperdulía", muy por encima del culto con el que veneramos a los Ángeles y a los Santos.
* La imagen que ilustra esta publicación es obra del escultor alicantino Don Ramón Cuenca Santos; la hermosa talla se venera en la iglesia arciprestal de San Agustín, en Fuente Álamo, Murcia.
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