Amalia Aguirre nació en Riós, Galicia, cerca de la frontera entre España y Portugal, el 22 de Julio de 1901. Sus padres, Andrés Aguirre y Emérita Queija eran profundamente cristianos y generosísimos con los pobres. Sería bautizada tan sólo dos días después, el 24 de Julio y en 1908 recibiría su Primera Comunión.
Las circunstancias económicas y los planes de Dios obligaron a los padres a salir de España y emigrar a Brasil, cuyo idioma -el portugués- les era bien conocido y permitía comunicarse y trabajar sin dificultades. Primero estuvieron en el Estado de Bahía, pero después se mudaron al Estado de São Paulo, a la ciudad de Campinas.
La joven Amalia en principio, no fue con sus padres a Brasil y se quedó en España a cuidar de su abuela, que ya era muy anciana y estaba enferma. Fue sólo después de la muerte de su abuela que Amalia cruzó el Atlántico, llegando a Campinas el 16 de Junio de 1919. En su propia tierra natal, en Galicia, Amalia ya había recibido algunas manifestaciones sobrenaturales de Jesús y María Santísima, aunque las conservaba en secreto en su corazón.
La Hermana Amalia formó parte del primer grupo de jóvenes religiosas, cofundadoras de la Congregación de las Misioneras de Jesús Crucificado (1), quienes recibieron el hábito religioso, el 8 de Diciembre de 1927; hicieron sus Votos Perpetuos el 8 de Diciembre de 1931. A su nombre añadiría el de "Jesús Flagelado".
El 17 de Agosto de 1928 aparecieron los sagrados estigmas en las manos, tanto en el dorso como en las palmas. A los pocos días, durante la celebración de la Santa Misa en la Capilla, después de la Comunión, sintió que de su costado izquierdo brotaba sangre. Este estigma fue verificado por la Superiora del Instituto.
Sucesivamente, todos los días, los estigmas aparecían en las rodillas, manos, pies, espalda y plantas. El dolor era inmenso, pero la Hermana Amalia sufrió pacientemente estas heridas sobrenaturales que la asociaban a la Pasión de Jesús. También se manifestarían en ella las marcas de la corona de espinas. A partir de entonces, la Hermana Amalia, por indicación del Obispo diocesano, Monseñor Barreto, sería vigilada y se anotaría cualquier acontecimiento con sus estigmas.
En el Otoño de 1929, un pariente de la Hermana Amalia apareció en el convento. Estaba muy angustiado: su esposa se encontraba gravemente enferma y varios médicos le declararon que ya no había ningún remedio que pudiera salvarla. Ya no sabía qué más hacer, ni siquiera lo que Dios esperaba de él. Por eso, la Hermana Amalia era su última esperanza. Desesperado, con un dolor profundo y rompiendo en lágrimas, el pobre hombre le preguntó: "¿Qué va a ser entonces de mis hijos?".
El corazón de la Hermana Amalia sufrió con la aflicción de su pariente y sus inclinaciones innatas la llevaron de inmediato a querer ayudarlo en todo lo posible. Así, mientras su pariente le contaba su triste historia, la Hermana Amalia rezaba interiormente a Nuestro Divino Redentor, en una profunda reflexión, mientras pensaba con la misma intensidad en lo que podía ofrecer o hacer para ayudarlo.
Mientras escuchaba a su familiar y a su propia alma, la Hermana Amalia sintió un impulso interior que parecía llamarla para ir a Jesús Sacramentado, en el Sagrario. Cuando terminó el encuentro con su familiar, respondió fiel y rápidamente a esa voz que sonó en su corazón. Luego se dirigió a la Capilla donde se arrodilló ante el Altar y, con los brazos abiertos, le dijo a Jesús en el Santísimo Sacramento:
"Si ya no hay salvación para la mujer de T., yo misma estoy dispuesta a ofrecer mi vida por la madre de esta familia. ¿Qué queréis que haga?".
En ese momento, y sin esperar, el Señor se le apareció y le respondió: "Si deseas obtener esa gracia, pídemela a Mí por los merecimientos de las Lágrimas de Mi Madre."
Preguntó la Hermana Amalia: "¿Cómo debo rezar?"
Entonces Jesucristo le enseñó las siguientes invocaciones: "Jesús mío, escucha nuestros ruegos, por las Lágrimas de Tu Santísima Madre." "Jesús, mira las Lágrimas de Aquella que más Te amó en la Tierra y que más Te ama en el Cielo."
Finalmente, el 8 de Noviembre de 1929, Jesús hizo una gran promesa: "Hija Mía: lo que los hombres Me piden por las Lágrimas de Mi Madre, Yo amorosamente concedo". Y luego añadió: "Mi Madre entregará este Tesoro para nuestro querido Instituto, como una señal de Su Misericordia".
La Hermana Amalia, por obediencia, escribió la experiencia mística con la que fue agraciada en la Capilla de la Comunidad de las Misioneras de Jesús Crucificado:
"El 8 de Marzo de 1930, estaba en la capilla arrodillada en los escalones del Altar cuando de repente me sentí elevada para lo alto. Una Señora de belleza indescriptible se me acercaba. Llevaba una túnica violeta, un manto azul y un velo blanco que cubría sus hombros e que también la envolvía alrededor del pecho. Con una sonrisa, se me acercó flotando. Sostenía en Sus manos un rosario que Ella misma llamó "Corona". Las cuentas brillaban como el sol y eran blancas como la nieve. Entregándome esa corona, Nuestra Señora me dijo:
"Esta es la Corona de Mis Lágrimas que fue prometida por Mi Hijo a nuestro querido Instituto como una parte de su legado. Él también ya le dio las oraciones. Mi Hijo quiere honrarme especialmente con esas invocaciones y, más allá de eso, Él concederá todos los favores que sean pedidos por los merecimientos de Mis Lágrimas. Esta Corona alcanzará la conversión de muchos pecadores, especialmente de los poseídos por el Demonio. Una gracia especial está reservada para el Instituto de Jesús Crucificado, principalmente la conversión de varios miembros de una parte disidente de la Iglesia. Por medio de esta Corona el Demonio será derrotado y el poder del Infierno destruido. ¡Ármese para la Gran Batalla!". Dicho esto, la Señora desapareció.
de Nuestra Señora de las Lágrimas
y de Jesús Maniatado
En la Aparición del día 8 de Abril de 1930, la Santísima Virgen María pidió a la Hermana Amalia que mandara acuñar una medalla de Nuestra Señora de las Lágrimas y Jesús Maniatado, y dijo que esa misma medalla debía ser ampliamente difundida para que el poder de Satanás en el mundo fuese vencido. La Virgen María añadió que todos los Fieles que llevasen consigo esa medalla con amor y devoción recibirían innumerables gracias.
Por orden de la Santísima Madre de Dios, esa medalla trae acuñada en el anverso la imagen de la Virgen de las Lágrimas en actitud de entrega de la Coronilla de las Lágrimas -exactamente como sucedió en la anterior aparición del 8 de Marzo de 1930 a la Hermana Amalia- y rodeada por las palabras: "¡Oh Virgen Dolorosísima, Tus Lágrimas derribaron el imperio infernal!". En el reverso, la medalla trae acuñada la imagen de Jesús Maniatado -atado durante Su Dolorosa Pasión- y rodeada por las palabras: "¡Por Tu mansedumbre divina, oh Jesús Maniatado, salva el mundo del error que lo amenaza!".
Las palabras de Jesús Maniatado a la Hermana Amalia bien se pueden aplicar a todos los Misioneros de las Lágrimas de María:
"Hija Mía, hoy te voy a hablar de las Lágrimas de Mi Madre: Durante veinte siglos ellas se quedaron guardadas en Mi Divino Corazón para ahora entregarlas. Con esta entrega, Yo te constituyo apóstol de Nuestra Señora de las Lágrimas y sé que estás lista para dar la vida por la difusión de tan santa devoción.
¡Ser Misionero de las Lágrimas de Mi Madre es darme inmensas consolaciones! Yo he dado valor infinito a esas Lágrimas y, con ellas, los que se propusieren a propagarlas tendrán la felicidad de robar pecadores al Maligno, cuyo odio ha de ponerles muchos obstáculos para que ellas no sean conocidas.
¡El mundo tiene necesidad de Misericordia y, para recibirla, no hay dádiva más preciosa que las Lágrimas de Mi Madre! Si las lágrimas de una madre conmueven el corazón de un hijo rebelde, entonces ¿cómo no se ha de conmover Mi Corazón que tanto ama a esta Madre?. ¡Este tesoro magnífico, guardado veinte siglos, está ahora en manos de todos para con él salvarse muchas almas de las garras infernales!... ¡Cuando las almas generosas dicen: "Jesús mío, por las lágrimas de Vuestra Madre Santísima", Mi Corazón se abre y hace brotar sobre aquellas almas los torrentes de Mi Misericordia!".
"Todos los que se propusieren propagar las Lágrimas de Mi Madre, en el Cielo recibirán una alegría especial y alabarán todas las horas que pasaron a divulgarlas.
Todos los Sacerdotes que difundan el poder de las Lágrimas de María tendrán sus trabajos a producir frutos de vida eterna y grandes cosas harán por amor a Mí. ¡La difusión de esta riqueza de las Lágrimas de Mi Madre es de mucha importancia para Mi Corazón porque me va a dar millones y millones de almas!
Yo soy tu Jesús Crucificado que en todas las manos ha depositado tan sagrado y poderoso tesoro, del que debes ser apóstol incansable y ser capaz de dar la vida por él.
Las Lágrimas de María representan una gran oportunidad para la Humanidad, una riqueza que solo podrá expandirse si es conocida y amada. Ellas son las luces que iluminarán el oscuro camino de la conquista de las almas y constituyen el prenuncio de Mi Reino.
A aquellos que se constituyan apóstoles de estas Lágrimas, Yo les revelaré senderos ocultos. ¡Transformaré esas Lágrimas en luces que les mostrarán las riquezas de Mi Corazón, dándoles incluso el don de persuadir corazones!
'Salvar almas', he aquí el fin por el cual descendí a la tierra; he aquí porque ofrezco a la humanidad tantos favores, usando para eso de todos los medios. Las Lágrimas de María son los medios que doy a las almas misioneras para que, con ellas, puedan hacer prodigios...
¡Deseo exaltar las Lágrimas de Mi Madre! Ya he exaltado las demás prerrogativas: Su Inmaculada Concepción, Sus Dolores, Sus Triunfos; sin embargo, aún no lo había hecho con Sus Lágrimas. Ha llegado la hora propicia: por eso envié a Mi Madre con este tesoro, enriquecido por Mi Poder Infinito.
Las Lágrimas de Mi Madre son, por tanto, los rayos de luz que iluminarán los caminos de esta generación y de todas las almas que, a ellas, se quieran asociar.
El apóstol de las Lágrimas de María, y quien habla de ellas, será incluido en el número de los mansos. ¡Felices los que forman parte de esta generación mansa, porque brillarán como el sol ante Mí!
¡Todo apóstol de Nuestra Señora de las Lágrimas se sumergirá en estas revelaciones y conquistará la Humanidad, ya que su corazón, absorbiendo estas palabras, se hace apto para hacer prodigios.
¡Todos estos mensajes brillarán y harán miles y miles de apóstoles!"
Estas Revelaciones Privadas recibieron el Imprimatur del Obispo Francisco de Campos Barreto, Diócesis de Campinas, São Paulo (Brasil), el 8 de Marzo de 1931
NOTAS
1) La Congregación de las Hermanas Misioneras de Jesús Crucificado fundada, en Brasil, por Monseñor Francisco de Campos Barreto, Obispo de Campinas, y por la Madre María Villac. El 10 de Marzo de 1952 la Congregación recibía la aprobación del Papa Pío XII.
2) La Hermana Amalia Aguirre falleció en olor de santidad en Vila São Geraldo, Taubaté (São Paulo), el 18 de Abril de 1977.
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