domingo, 25 de septiembre de 2022

LA APOSTASÍA ACTUAL: LA "BENDICIÓN" DE LAS PAREJAS HOMOSEXUALES

 



               El pasado 20 de Septiembre, los "Obispos" belgas (iglesia del Vaticano II) anunciaron que tienen la intención de dar "bendiciones" a las uniones homosexuales. En un documento conjunto, los jerarcas instaron a los fieles a rezar por dichas "parejas". 

               Una vez más, la falsa iglesia nacida del Concilio Vaticano II deja patente que abraza la Apostasía; ni tan siquiera disimulan su desapego por la Ley de Dios, sino que tratan de justificar y hasta "bendecir" uno de los pecados que claman la venganza de Dios. 

               La Doctrina Cristiana es clara, transparente en lo referente a estas "uniones homosexuales", condenadas porque son la bandera de la aberración, gala del pecado contranatura, una burla a la Santidad de Dios y a la pureza virginal de Nuestra Santa Madre.

               ¿No sabéis que los injustos no poseerán el Reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los ebrios, ni los maldicientes, ni los rapaces poseerán el reino de Dios. Y algunos esto erais, pero habéis sido lavados; habéis sido santificados; habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios. (I Carta de San Pablo a los Corintios, cap. 6, vers. 9-11)



               ...la noción de la fraternidad (desde la óptica del Modernismo) cuya base colocan en el amor de los intereses comunes, o, por encima de todas las filosofías y de todas las religiones en la simple noción de humanidad, englobando así en un mismo amor y en una igual tolerancia a todos los hombres con todas sus miserias, tanto intelectuales y morales, como físicas y temporales.

               Ahora bien, la Doctrina Católica nos enseña que el primer deber de la Caridad no está en la tolerancia de las opiniones erróneas, por muy sinceras que sean, ni en la indiferencia teórica o práctica ante el error o el vicio en que vemos caídos a nuestros hermanos, sino en el celo por su mejoramiento intelectual y moral no menos que en el celo por su bienestar material.

               Esta misma Doctrina Católica nos enseña también que la fuente del amor al prójimo se halla en el amor de Dios, Padre común y fin común de toda la familia humana, y en el amor de Jesucristo, cuyos miembros somos, hasta el punto de que aliviar a un desgraciado es hacer un bien al mismo Jesucristo. Todo otro amor es ilusión o sentimiento estéril y pasajero.


De la Carta Apostólica «Notre Charge Apostolique» 
del Papa San Pío X


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