viernes, 28 de agosto de 2020

"...LA CONDICIÓN MÁS INDISPENSABLE PARA UNIRSE A DIOS..."




               Sor Benigna Consolata Ferrero entró en la Historia de la Mística Católica por ser un alma confidente del Divino Corazón de Jesús, gracia muy especial de la que han gozado sólo pocos Santos. Desde el anonimato de la clausura, escribía cuanto le dictaba el Sagrado Corazón de Jesús, como lo hiciera el Señor con Santa Gertrudis, de modo semejante a Santa Margarita María de Alacoque y como volverá a pasar con Sor Josefa Menéndez.



De los Dictados de Jesús 
a Sor Benigna Consolata


               "El alma interior es un alma que tiende a Dios como a su centro y Dios la atrae como el imán lleva el pedacito de hierro que se le une. Un alma interior hace las más delicadas delicias de Mi Corazón, de la misma manera Mi Corazón hace las delicias del alma interior... 

               Un alma interior es como un lirio muy perfumado; el lirio no se mueve de su sitio, pero el aire, al pasar por encima, se perfuma; así el alma interior, aunque no lo haga a propósito, se perfuma todo en ella.   

               Un alma interior es como una abeja mística, que hace en la colmena de su corazón la miel del Divino Amor; el alma interior es el paraíso de las delicias de Jesús. La Santísima Trinidad hace Su morada en aquella alma, toma en ella Sus delicias y las hace gustar al alma. El alma interior vive como en un ambiente celestial. Es como una flor, que aunque haya nacido de la tierra, florece en alto y ya no toca la tierra, a no ser que se rompa y caiga; así el alma interio no toca ya la tierra, a no ser por una falta de fidelidad a la gracia.

              La vida religiosa es una vida oculta, donde el que más desaparece, da más frutos. Nada oculta también a un alma como la vida común. Ella desaparece no solamente a ojos de los demás, sino también a los suyos. El alma no ve nada, cree que no hace nada y por el contrario, hace mucho más que si hiciera alguna cosa extraordinaria...

              Alma religiosa, fija tus ojos en Dios. Cuando un alma es llamada a seguirle más de cerca, más debe ella mortificarse. El perfecto desprendimiento es la condición más indispensable para unirse a Dios. Una cosa que uno abandona, se deja y no se vuelve a tomar más: es necesario dejar las malas costumbres como se deja un traje muy usado que no se vuelve a tomar más.

               La vida de unión con Dios, es un paraíso anticipado, es el Cielo en la tierra, es el Cielo del alma interior...






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.