"Os pido una limosna de cariño
para Jesucristo Sacramentado…"(1)
Por desgracia, en los tiempos de Apostasía en los que vivimos, en la inmensa mayoría de los templos no se encuentra la Presencia Real de Jesús Sacramentado, no obstante, desde tu propio hogar, en un momento de tranquilidad, puedes recogerte y figurarte mentalmente frente al Sagrario (tal vez te ayude el recordar aquél Sagrario hermoso que viste en cierta ocasión y que tanta fe avivó en ti).
Una vez transportado espiritualmente hasta el Tabernáculo, reconoce la verdadera Presencia de Nuestro Señor, con Su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma y su Divinidad y agradecele por todos los beneficios recibidos. Si tienes tiempo, y siempre con la mente y el alma como si estuvieses realmente ante el Santísimo Sacramento, ábrele tu corazón y encomienda tu vida y preocupaciones por manos de María Nuestra Señora.
Por último, ofrece este Santo Sacramento a la Augusta Trinidad, como reparación por las iniquidades que recibe Nuestro Señor en el Sagrario y al mismo tiempo, pide perdón de cuantas soledades padece Jesús oculto en los Altares.
"Si sufrimos penas y disgustos, Él nos alivia y nos consuela. Si caemos enfermos, o bien será nuestro remedio, o bien nos dará fuerzas para sufrir… Si nos hacen la guerra el demonio y las pasiones, nos dará armas para luchar, para resistir y para alcanzar la victoria. Si somos pobres, nos enriquecerá con toda suerte de bienes en el tiempo y en la eternidad". (2)
"Dios está aquí, en la Hostia consagrada. Creo firmemente y proclamo que Jesucristo, Dios verdadero y Hombre verdadero, está aquí; Su Cuerpo real, vivo, glorioso, como está en el Cielo.
Está de modo insensible e invisible como no vemos ni sentimos la sustancia misma del pan. Jesucristo está real, vivo y glorioso en mi, dentro de mi pecho, cuando le recibo en la Sagrada Comunión. No es distinto del que está entre los Ángeles y entre los Bienaventurados del Cielo.
Calladamente obra en mi Su Obra como Dios y como Hombre... invisible, insensible, pero Todopoderoso. Yo creo firmemente que Jesucristo, el mismo del Cielo, está en la Sagrada Eucaristía, para que yo (decir aquí tu nombre) le recibiese, para alimento espiritual de mi alma, para darme la gracia divina y ser mi vida espiritual."(3)
La mejor conversación es el silencio en íntimo recogimiento y atención a Jesús-Dios, que tenemos presente en el Sagrario; escucha a Jesús y mírale con amor callado, agradecido y suplicante. El alma santa acompaña a Jesús, le mira en el Sagrario y pide a Jesús haga de su pecho un sagrario vivo y perenne.
La Comunión Espiritual NO sustituye la Comunión Sacramental que recibimos en la Santa Misa, sino que es como un anticipo de la misma, un deseo sincero de comulgar, de recibir a Jesús Sacramentado en nuestro corazón, por eso, y al igual que ocurre con la Comunión Eucarística, debemos tener preparación previa. Para leer más sobre la Comunión Espiritual toque aquí.
Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío, la médula de mi alma con el suavísimo y saludabilísimo dardo de Tu Amor; con la verdadera, pura y santísima Caridad apostólica, a fin de que mi alma desfallezca y se derrita siempre sólo en amarte y en deseo de poseerte: que por Ti suspire, y desfallezca por hallarse en los atrios de Tu Casa; anhele ser desligada del cuerpo para unirse contigo. Haz que mi alma tenga hambre de Ti, Pan de los Ángeles, alimento de las almas santas, Pan nuestro de cada día, lleno de fuerza, de toda dulzura y sabor, y de todo suave deleite.
Oh Jesús, en quién se desean mirar los Ángeles: tenga siempre mi corazón hambre de Ti, y el interior de mi alma rebose con la dulzura de Tu sabor; tenga siempre sed de Ti, fuente de vida, manantial de sabiduría y de ciencia, río de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de la Casa de Dios: que Te desee, Te busque, Te halle; que a Ti vaya y a Ti llegue; en Ti piense, de Ti hable, y todas mis acciones encamine a honra y Gloria de Tu Nombre, con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin: para que Tú sólo seas siempre mi esperanza, toda mi confianza, mi riqueza, mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavidad, mi perfume, mi dulzura, mi comida, mi alimento, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi herencia, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija y firme e inconmoviblemente arraigada mi alma y mi corazón. Amén.(4)
MEDITACIÓN PREVIA
ACTO DE FE EN JESÚS SACRAMENTADO
Está de modo insensible e invisible como no vemos ni sentimos la sustancia misma del pan. Jesucristo está real, vivo y glorioso en mi, dentro de mi pecho, cuando le recibo en la Sagrada Comunión. No es distinto del que está entre los Ángeles y entre los Bienaventurados del Cielo.
Calladamente obra en mi Su Obra como Dios y como Hombre... invisible, insensible, pero Todopoderoso. Yo creo firmemente que Jesucristo, el mismo del Cielo, está en la Sagrada Eucaristía, para que yo (decir aquí tu nombre) le recibiese, para alimento espiritual de mi alma, para darme la gracia divina y ser mi vida espiritual."(3)
SÚPLICA A JESÚS OCULTO EN EL SAGRARIO
Si hacemos la Visita a Jesús Sacramentado en compañía, uno dirigirá la primera parte de las oraciones y los otros la segunda, alternando, siendo I (inicio) y R (respuesta)
- I Soberano Señor Sacramentado
- R Sea por siempre bendito y alabado
A continuación se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria
Esta fórmula se repite tres veces
-en Honor a la Santísima Trinidad- o bien,
si se quiere emplear más tiempo, un total de cinco
-para honrar a la vez
las Santas Llagas de Nuestro Señor.
CONVERSACIÓN PERSONAL CON JESÚS, VÍCTIMA DE AMOR
La mejor conversación es el silencio en íntimo recogimiento y atención a Jesús-Dios, que tenemos presente en el Sagrario; escucha a Jesús y mírale con amor callado, agradecido y suplicante. El alma santa acompaña a Jesús, le mira en el Sagrario y pide a Jesús haga de su pecho un sagrario vivo y perenne.
LA COMUNIÓN ESPIRITUAL
ACCIÓN DE GRACIAS Y DESPEDIDA
Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío, la médula de mi alma con el suavísimo y saludabilísimo dardo de Tu Amor; con la verdadera, pura y santísima Caridad apostólica, a fin de que mi alma desfallezca y se derrita siempre sólo en amarte y en deseo de poseerte: que por Ti suspire, y desfallezca por hallarse en los atrios de Tu Casa; anhele ser desligada del cuerpo para unirse contigo. Haz que mi alma tenga hambre de Ti, Pan de los Ángeles, alimento de las almas santas, Pan nuestro de cada día, lleno de fuerza, de toda dulzura y sabor, y de todo suave deleite.
Oh Jesús, en quién se desean mirar los Ángeles: tenga siempre mi corazón hambre de Ti, y el interior de mi alma rebose con la dulzura de Tu sabor; tenga siempre sed de Ti, fuente de vida, manantial de sabiduría y de ciencia, río de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de la Casa de Dios: que Te desee, Te busque, Te halle; que a Ti vaya y a Ti llegue; en Ti piense, de Ti hable, y todas mis acciones encamine a honra y Gloria de Tu Nombre, con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin: para que Tú sólo seas siempre mi esperanza, toda mi confianza, mi riqueza, mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavidad, mi perfume, mi dulzura, mi comida, mi alimento, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi herencia, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija y firme e inconmoviblemente arraigada mi alma y mi corazón. Amén.(4)
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