"Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en Él las llamas de Su ardiente Caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía."
"Yo te prometo, en el exceso de la Misericordia de Mi Corazón, que Mi Amor omnipotente concederá a todos los que comulguen los primeros viernes de mes, durante nueve meses consecutivos, la gracia de la penitencia final, y que no morirán en Mi desgracia, ni sin recibir los Santos Sacramentos, asegurándoles Mi asistencia en la hora postrera."
Fíjate bien en esta Promesa, consoladoras palabras salidas de los labios de Nuestro Señor y que un día bendito, fueron confiadas a Santa Margarita María de Alacoque, la Apóstol del Sagrado Corazón de Jesús. Nos promete el Señor la gracia de la perseverancia final, que es sinónimo de la SALVACIÓN ETERNA.
¡Cuánto nos ama el Sagrado Corazón! A pesar de nuestros pecados y negativas de entregarnos a Él, porque muchas veces preferimos -como locos- las miserias de este mundo, nos da muestras de Su Amor y nos tiende la mano para darnos aliento en un mundo que cada vez anda más desorientado.
Nos pide tan poco y le damos... ¡NADA! ¿Con qué derecho nos quejamos?. Qué desfachatez la nuestra que apenas le damos unas migajas del tiempo libre, cuando TODO lo deberíamos hacer pensando en darle gloria, buscando en todo momento agradarle.
¿Será acaso tan pesado para ti, acercarte al confesonario para limpiar tu alma y luego ir a recibirlo en la Sagrada Comunión?. Con este sencillo gesto, realizado NUEVE PRIMEROS VIERNES de mes -o mejor, cada primer viernes durante todo el año- estaremos seguros de ser merecedores de tan importante Promesa.
Sencilla práctica, pero con inestimables consecuencias para el alma. No desoigas más la voz de Aquél que te busca sin descanso. Sé un buen devoto del Sagrado Corazón, y comparte este artículo, para que otras almas se arrimen al que, como decía Santa Margarita, "es el Trono de las Misericordias, donde los más pecadores son los mejor recibidos".
Para saber más sobre la Devoción de los Primeros Viernes de Mes, sólo toque AQUÍ
Fíjate bien en esta Promesa, consoladoras palabras salidas de los labios de Nuestro Señor y que un día bendito, fueron confiadas a Santa Margarita María de Alacoque, la Apóstol del Sagrado Corazón de Jesús. Nos promete el Señor la gracia de la perseverancia final, que es sinónimo de la SALVACIÓN ETERNA.
¡Cuánto nos ama el Sagrado Corazón! A pesar de nuestros pecados y negativas de entregarnos a Él, porque muchas veces preferimos -como locos- las miserias de este mundo, nos da muestras de Su Amor y nos tiende la mano para darnos aliento en un mundo que cada vez anda más desorientado.
Nos pide tan poco y le damos... ¡NADA! ¿Con qué derecho nos quejamos?. Qué desfachatez la nuestra que apenas le damos unas migajas del tiempo libre, cuando TODO lo deberíamos hacer pensando en darle gloria, buscando en todo momento agradarle.
¿Será acaso tan pesado para ti, acercarte al confesonario para limpiar tu alma y luego ir a recibirlo en la Sagrada Comunión?. Con este sencillo gesto, realizado NUEVE PRIMEROS VIERNES de mes -o mejor, cada primer viernes durante todo el año- estaremos seguros de ser merecedores de tan importante Promesa.
Sencilla práctica, pero con inestimables consecuencias para el alma. No desoigas más la voz de Aquél que te busca sin descanso. Sé un buen devoto del Sagrado Corazón, y comparte este artículo, para que otras almas se arrimen al que, como decía Santa Margarita, "es el Trono de las Misericordias, donde los más pecadores son los mejor recibidos".
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