Nada más hermoso y más digno de poseerse que la verdadera caridad. Éste es el fin de todo católico: "Amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos".
No siempre podemos practicar en este mundo la caridad tal y como querría nuestro corazón, pero sí podemos SER TODOS GRANDES BENEFACTORES de las Almas del Purgatorio. Mayores y pequeños, enfermos y sanos, todos podemos socorrerles con nuestras oraciones, Misas, comuniones, limosnas...
Ojalá a partir de hoy comiences a ser devoto fiel de las Almas del Purgatorio, que una vez libres de sus penas, serán llevadas a la Presencia de Dios, en la compañía de la Virgen y de los Santos, donde no te quepa duda, se acordarán de ti, que tanto las ayudaste a alcanzar la felicidad eterna.
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