Hoy, 10 de Diciembre, se cumple el 98 Aniversario de la Aparición del Niño Jesús y del Inmaculado Corazón de María a la Hermana Lucía, en la ciudad de Pontevedra, España.
La Hermana María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado permaneció en Galicia durante veinte años y siete meses, repartidos entre diecisiete años en Tui y tres años en Pontevedra. Llegó al Convento de Santa Dorotea el 24 de Octubre de 1925; tenía por entonces dieciocho años de edad.
En Tui inició su noviciado y tras una breve estancia en Pontevedra volvió a Tui, donde el 2 de Octubre de 1928 tomó el hábito y residió hasta su Profesión Perpetua, el 3 de Octubre de 1934. Después de permanecer otra temporada en Pontevedra, regresó de nuevo a la ciudad de Tui, de donde no se retiró hasta finales de Mayo de 1946, cuando la Jerarquía Eclesiástica le ordena regresar a Portugal.
Durante su estancia en Tui, Sor Lucía escribió sus "Memorias" entre los años 1935 y 1941, que son el testimonio más vivo y completo sobre los acontecimientos en Cova de Iría-Fátima. Escribió además el conocido como "Tercer Secreto de Fátima", que la Virgen le había comunicado el 13 de Julio de 1917.
En esas mismas "Memorias", Lucía narrará la primera visita celestial de Nuestra Señora en tierras españolas; será un reencuentro con la Virgen Bendita que dejó atrás en Fátima, cuando aún vivían sus primos Jacinta y Francisco.
Así, en sus "Memorias" deja reflejado que tal día como hoy, el 10 de Diciembre de 1925, vio a la Madre de Dios sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a Su lado. La Virgen Nuestra Señora puso Su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía Su Corazón rodeado de espinas. El Niño le dijo entonces:
"Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas."
Inmediatamente dijo Nuestra Señora a Lucía:
"Mira, hija Mía, Mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos Me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer Sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y Me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los Misterios del Rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación."
Estas palabras del Niño Jesús y de la Virgen Inmaculada tienen una gran hondura espiritual; son una súplica que no hemos de considerar dirigida exclusivamente a la Hermana Lucía; hoy, ahora, a cada uno de nosotros, en esta hora trascendental para la Iglesia de Cristo, es la Virgen Madre de Dios las que nos alienta y sostiene en la batalla contra las fuerzas desatadas del Infierno, es María Santísima la que nos propone el camino y la que nos da los medios: Oración, Sagrada Comunión y Meditar en la Vida y Pasión de Jesús-María. El que quiera transitar por otro camino, se equivocará, pues la Virgen María, como en la Vida terrenal de Nuestro Señor, siempre nos conduce a Él, ya sea en la gruta de Nazareth, en la casa de Belén o en el Calvario...
Ante la ingratitud de los hombres, y aún especialmente de los Bautizados, el Señor y la Virgen piden el consuelo de nuestra reparación, y además, en coherencia con Su infinita Misericordia y con la inmensidad de Su Amor, nos ofrecen el don más preciado y necesario para nosotros: asistirnos en la hora de la muerte con las gracias necesarias para nuestra salvación. ¿Necesitamos más razones para ser verdaderos Discípulos de Jesús y de María?.
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