Quiero en lo que me quede de vida recogerme en mí mismo con mi Dios viendo mi nada y Su Infinita Bondad para conmigo. ¿Cómo os agradeceré, Dios mío, la inmensa Misericordia que me habéis mostrado escogiéndome para que yo viva en vuestra misma Hermosura, en vuestra Luz y de vuestra Vida?. ¿Cuándo habrán desaparecido de mí los obstáculos que me impiden vivirla?
Porque mucho lo deseo, pero aún me veo muy lejos de vivirla según vuestra Divina Voluntad y el deseo que me dais. Se me hace difícil llegar a vivir esta continua presencia vuestra. Sé que toda la culpa es mía por la flaqueza de mi voluntad y por la locura de mi imaginación; es mía la culpa por la falta de esfuerzo para dominar mis sentidos y mis gustos, por el poco cuidado para vivir recogido hacia dentro de mí y en Vos y por no aprovechar las pruebas que Vos ponéis en mi alma.
Quiero vivir de Fe. Necesito que la Fe sea el fundamento donde me estribe y la Luz que me ilumine. La Fe me enseñará a vivir a Dios en mí y a verle en todo lo criado, pues todo lo recibo de Su mano; la Fe me enseña que está en mi infinito, simplicísimo, inmenso como es, llenándome. Todas las pruebas me las manda Dios para mi bien, para que se desarrolle en mí su vida y crezcan la gracia y el amor.
Te doy gracias, Dios mío, porque todo lo que obras en mí es por amor y para darme más amor. En Tus manos me confío y pongo mi vida, mi alma y todo mi ser. De Tu mano recibo todas las bondades y todas las pruebas que me vengan y Tú eres quien me pone en el fervor sensible y tierno o en la seca aridez que mi alma siente y para mi bien permites, las tentaciones que me afligen. Con todas ellas quieres llenarme de Tu Amor y de Ti mismo por la gracia.
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