INICIO
Busquemos unos minutos de silencio para honrar a Nuestra Madre; que esta ausencia de ruido no solo sea exterior, sino sobre todo, interior, dejando atrás los pensamientos que conciernen a las preocupaciones cotidianas.
Será muy fácil recogernos interiormente si probamos a olvidar lo que tenemos pendiente de resolver o conseguir, si somos capaces de entender que la Virgen, Nuestra Madre, se ocupará mejor de nuestros asuntos que nosotros... para ello, solo tenemos que abrazarnos confiados a esta Reina de Misericordia, que nos proveerá, no de todo cuanto le solicitamos, sino lo que más nos conviene para la salvación del alma.
Puestos en presencia de Dios y de Su Santa Madre María, comenzamos:
Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro +
En el Nombre el Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONSAGRACIÓN PERSONAL
SÚPLICA FINAL
"Santísima Virgen Inmaculada y Madre mía María: A Ti Te pido el verdadero amor a Jesucristo, de Ti espero tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tienes a Dios, Te ruego me ayudes siempre, pero más en el último momento de mi vida. No me abandones hasta no verme salvo en el Cielo, bendiciéndote y cantando Tus Misericordias por toda la Eternidad..."
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