martes, 23 de julio de 2019

CON DIOS A SOLAS ( XXVII ) por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo


               Conocer a Dios por visión directa de Su esencia, llena de Amor y es la Vida Eterna y la Felicidad Eterna del Cielo, siempre nueva y siempre felicidad y dicha. Nada hay comparable a tener el entendimiento y la voluntad atentos a Dios con toda la alta y noble actividad que pueden desarrollar estas potencias; mirando a Dios, que es el origen de toda verdad y de toda luz y belleza, la fuente de toda alegría, el manantial insondable e inagotable de todo Amor, se embeben estas potencias en luz de amor y delicia; Dios es el Amor de mi alma si yo le miro.

               Dios es mi Padre y me ama como yo no puedo alcanzar a comprender, y me llama  amoroso para que yo, pobrecillo, entre a participar de esa Su Verdad y Belleza infinitas, de esa alegría, de ese Su eterno e insondable Amor.




               Dios y Padre mío, para tan tierna delicadeza me has llamado a vivir Contigo en el recogimiento del convento. Ésta es la propia vida mía de religioso: vivir atento en un conocimiento vivo y en un amor vivo de Dios.

               No me consagré a Dios para vivir un conocimiento filosófico frío aprendido en los libros, como muchos que se llaman filósofos y no conocen a Dios, ni le aman, porque no cumplen Sus Mandamientos de Amor y no pueden comprenderle; les falta el amor.

               Comprender a Dios es amarle, es entregarse y ofrecerse a Su Voluntad; es vivir en Él para Él en el cántico del amor. Entonces está Dios infinito y vivo, viviendo en el alma y dándola su vida. Dios viene al alma y vive en ella por la Fe y el Amor con virtudes.

               Conocer a Dios y conocer a  Jesucristo es lo más alto y más grande, lo más hermoso y regalado. ¿Cómo te conoceré yo, Dios mío, y a Ti, Redentor mío Jesús?. Sólo el mismo Dios me puede dar este conocimiento; pero en cuanto esté de mi parte lo lograré pidiéndoselo al Señor y viviendo en Su Amor, que es Su Luz. Así vivían llenos de gozo, los Santos en su recogimiento silencioso. Allí recibían el conocimiento altísimo de Dios. 

               El santo ama la soledad y ama el retiro y el silencio, porque ama la Luz, porque recibe soberanas noticias de la infinita magnificencia de Dios; como vive viviendo el Amor de Dios, todas las cosas le hablan de Dios y el mismo Dios habla continuamente a su corazón palabras de Cielo.

               Quiero en estos días de recogimiento especial, mirar esas nobilísimas verdades y pedir humilde al Señor me enseñe Él mismo tanta hermosura. El amoroso conocimiento y abrazo de esta hermosura hace, aún en la tierra, la felicidad del alma santa que goza de vivir en la Compañía de Dios. 

               El trato no necesario con las criaturas impide esta amorosa y gozosa comunicación del alma con Dios y la aparta de la vida y de la luz divinas.

               En estos días quiero cerrar los ojos y los oídos de mi cuerpo, para estar atento y abrazado solamente con Dios. Recógete alma mía, dentro de ti misma y sumérgete en la Luz, en la Verdad, en la Belleza Infinita y en el Amor sin límites de Dios. Escóndete en tu Dios, con visión de Fe, y vive la Vida Eterna de Gracia y de Amor. 



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