La Santa Misa es la fuente primaria e indispensable del verdadero espíritu Cristiano. La Santa Misa es en sí misma una oración, incluso la más excelsa oración que existe. Es el Sacrificio, ofrecido por Nuestro Redentor en la Cruz, y repetido todos los días en el Altar.
Si deseas escuchar la Misa como debe ser escuchada, tienes que seguir con los ojos, con el corazón y con la boca todo lo que ocurre en el Altar.
Además, tienes que rezar con el Sacerdote las santas palabras pronunciadas por él en Nombre de Cristo y que Cristo pronuncia a través de él.
Tienes que asociar tu corazón con los santos sentimientos contenidos en estas palabras, y de ese modo debes de seguir todo lo que ocurre en el Altar. Cuando te portas así, haz rezado la Santa Misa.
Las devociones de la Iglesia católica son todas bellas, todas santas, pero la devoción al Santísimo Sacramento es, entre todas ellas, la más sublime, la más tierna y la más eficaz.
Jesucristo y su Iglesia desean que todos los fieles cristianos se acerquen diariamente al Sagrado Convite, principalmente para que unidos con Dios por medio del sacramento en él tomen fuerzas para refrenar las pasiones, purificarse de las culpas leves cotidianas, e impedir los pecados graves a que está expuesta la debilidad humana.
Papa San Pío X
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