ORACIONES INICIALES
Por la señal de la Santa Cruz ✠ de nuestros enemigos ✠ líbranos Señor ✠ Dios Nuestro.
En el Nombre del Padre, del Hijo ✠ y del Espíritu Santo. Amén.
¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Tú, que miras con ojos de particular bondad al que viste Tu Bendito Escapulario, mírame benignamente y cúbreme con el manto de Tu maternal protección. Fortalece mi flaqueza con Tu Poder, ilumina las tinieblas de mi entendimiento con Tu Sabiduría, aumenta en mí la Fe, la Esperanza y la Caridad. Adorna mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de Tu Divino Hijo y de Ti. Asísteme en vida, consuélame cuando muera en Tu amabilísima presencia, y preséntame a la Augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto Tuyo, para alabarte eternamente y bendecirte en el Paraíso. Amén.
PARA MEDITAR HOY
Refiere Fray Gonzalo de los Mártires, Carmelita Descalzo, que, en Marbella, ciudad del Obispado de Málaga, una devota mujer se hallaba en trance de muerte por encontrarse en un penosísimo parto.
Cuatro días hacía que la criatura, por creerla muerta y hallarse atravesada, la ponía en peligro inminente de vida. En tan críticas circunstancias llamaron los padres de la paciente al Padre Gonzalo de los Mártires, para que la confesara y ayudase a bien morir.
Después de haberla confesado y antes de que le llevasen el Santo Viático, le rogó al Padre la buena mujer le dejase por un rato su Escapulario, pues confiaba que, por la virtud que a él había vinculado la Santísima Virgen, la libraría de tan peligroso y angustioso trance. El Padre Gonzalo se quitó su Escapulario, y, entregándolo a las matronas que asistían a la señora, se retiró a orar a otro aposento algo distante. Apenas había entregado el Escapulario a las matronas, lo pusieron éstas sobre el vientre de la parturienta, y al punto se movió el feto en su interior, y dio a luz con toda felicidad un robusto niño, llenando de gozo y alegría a todos sus familiares, que corrieron presurosos a dar gracias a la Santísima Virgen en su templo, celebrando una fiesta solemne para agradecer tan fausto acontecimiento.
por el Padre Rafael María López-Melús, O. Carm.
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