INICIO
Busquemos unos minutos de silencio para honrar a Nuestra Madre; que esta ausencia de ruido no solo sea exterior, sino sobre todo, interior, dejando atrás los pensamientos que conciernen a las preocupaciones cotidianas.
Será muy fácil recogernos interiormente si probamos a olvidar lo que tenemos pendiente de resolver o conseguir, si somos capaces de entender que la Virgen, Nuestra Madre, se ocupará mejor de nuestros asuntos que nosotros... para ello, solo tenemos que abrazarnos confiados a esta Reina de Misericordia, que nos proveerá, no de todo cuanto le solicitamos, sino lo que más nos conviene para la salvación del alma.
Puestos en presencia de Dios y de Nuestra Santa Madre, comenzamos:
Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro +
En el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONSAGRACIÓN PERSONAL
¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me ofrezco enteramente a Vos y,
en prueba de mi filial afecto,
os consagro en este día mis ojos,
mis oídos, mi lengua y mi corazón,
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo vuestro,
Madre de Bondad,
guardadme y defendedme
como cosa y posesión vuestra.
Amén.
MEDITACIÓN PARA EL DÍA 1
Medita por unos minutos el texto que acabas de leer
y a continuación, con el alma y los ojos puestos
en Nuestra Santa Madre, reza despacio y con devoción
ORACIÓN FINAL
¡Inmaculada Virgen y Madre mía Santísima!. A Ti, que eres la “Madre de mi Señor”, la Reina del mundo, la Abogada, la Esperanza y el Refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más necesitado de todos.
Te alabo, Madre de Dios y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has hecho, especialmente la de haberme librado del Infierno que tantas veces he merecido. Te amo, Señora y Madre mía, y por el amor que te tengo te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible para que seas también amada de los demás. En Ti pongo mi esperanza y mi eterna salvación.
Madre de Misericordia, acéptame por Tu hijo y acógeme bajo Tu Manto, y ya que eres tan poderosa ante Dios, líbrame de las tentaciones y dame fuerza para vencerlas hasta la muerte.
Te pido el verdadero Amor a Jesucristo. De Ti espero la gracia de una buena muerte. Madre mía, por el amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes, pero mucho más en el último momento de mi vida. No me desampares mientras no me veas a Tu lado en el Cielo, bendiciéndote y cantando Tus misericordias por toda la Eternidad. Así sea.
Y terminándonos en el Nombre del Padre, y del Hijo +
y del Espíritu Santo. Amén.
INDULGENCIAS
que podemos lucrar en el Mes de Mayo
y aplicar a las Almas del Purgatorio
Una INDULGENCIA PLENARIA a perpetuidad, a ser ganada una vez en el mes de Mayo, el mismo día de la Comunión, por los Fieles Católicos que todos los días de este mes, honren especialmente a la Santísima Virgen María, sea en público, sea en privado, mediante homenajes, ejercicios piadosos o actos de virtud.
Una INDULGENCIA PARCIAL de 300 días para cada día del mes en que se haya rendido a María Nuestra Señora un homenaje público o particular. Estas indulgencias fueron concedidas por el Papa Pío VII, el 21 de Marzo de 1815 y del 18 de Junio de 1822, respectivamente.
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