ORACIONES INICIALES
Por la señal de la Santa Cruz ✠ de nuestros enemigos ✠ líbranos Señor ✠ Dios Nuestro.
En el Nombre del Padre, del Hijo ✠ y del Espíritu Santo. Amén.
¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Tú, que miras con ojos de particular bondad al que viste Tu Bendito Escapulario, mírame benignamente y cúbreme con el manto de Tu maternal protección. Fortalece mi flaqueza con Tu Poder, ilumina las tinieblas de mi entendimiento con Tu Sabiduría, aumenta en mí la Fe, la Esperanza y la Caridad. Adorna mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de Tu Divino Hijo y de Ti. Asísteme en vida, consuélame cuando muera en Tu amabilísima presencia, y preséntame a la Augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto Tuyo, para alabarte eternamente y bendecirte en el Paraíso. Amén.
PARA MEDITAR HOY
Filocalo Caputo, en su obra "Il Monte Carmelo", refiere que Antonio Ferrato, yendo de camino, vio una víbora en lo alto de una tapia, cerca de la cual le era forzoso el pasar sin más remedio, y por prevenir el peligro de que pudiese morderle, la derribó con un palo al suelo. Mas he aquí que, irritada, le saltó a la cara y le vino a herir bajo el ojo, inflamándosele a poco rato la cabeza, de tal suerte que parecía un monstruo, quedando totalmente ciego.
Una vez llegado al lugar, recurrieron a todas las medicinas caseras que solían emplearse en tan críticos y desesperados trances, más todas llegaron tarde o fueron ineficaces, pues ninguna surtía el deseado efecto en el infeliz campesino.
Su piadosa mujer, devotísima de nuestra Madre del Carmen, le alentaba a que pusiese o depositara toda su confianza en Ella, y viendo tan desesperada su salud, fuese confiada a la capilla de la Santísima Virgen y en un vaso trajo un poco de aceite de la lámpara que ardía ante su imagen milagrosa del Carmen. Lo aplicó a la cabeza de su infortunado y esperanzado esposo y al punto empezaron a mitigarse aquellos atroces dolores, bajando poco a poco la inflamación, de suerte que, en brevísimo tiempo, pudo ya respirar sin dificultad.
Pocas horas tardó en recobrar perfecta salud y al punto se trasladó al templo de la Santísima Virgen para dar fervientes gracias, junto con la piadosa esposa, a esta Madre de Bondad y Misericordia.
por el Padre Rafael María López-Melús, O. Carm.
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