La Asunción de San José no es una verdad de fe proclamada por la Iglesia, pero la misma es sentida por sus devotos que creen piadosamente que para que Nuestra Señora fuera glorificada en todo, el día de Su Asunción al Cielo, era necesario que su otra en parte, la carne de su carne, esto es San José, su Esposo Castísimo, que se unió profundamente a Ella, por el sacramento del Matrimonio fue glorificado de igual manera a su Esposa. No podía su cuerpo Inmaculado estar en el Cielo y su otra parte en la tierra.
San José era todo unido a Nuestra Señora y Nuestra Señora era toda unida a San José, como ambos estaban unidos a Jesús. Los dos se convirtieron en una sola cosa, una sola carne, inseparables. Todo lo que pertenecía a la Santísima Virgen debía estar glorificado en el Cielo, porque todo lo que era de Ella se elevó por completo y definitivamente, incluso San José.
Esta es la gran Gloria y poder que la Santísima Trinidad dio a San José en el Cielo, coronado por los méritos de su amor, virtudes, humildad y obediencia a la Voluntad de Dios.
Así como su Esposa Santísima, ocurre también con él. Porque la Gloria de la Esposa es también la gloria del Esposo. Todo esto fue decretado por Dios, para la plena realización del Misterio Salvífico de Cristo en el mundo.
INVOCACIÓN: Oh San José, ayudadme a hacer más conocidas vuestras glorias y vuestro inmenso amor. Que toda la humanidad reconozca cuanto sois grandioso en el Cielo, como también, el poder de vuestra intercesión. Amén
ORACIÓN: Oh Dios, que por inefable Providencia te dignaste escoger a San José por Esposo de Tu Madre Santísima; concédenos te pedimos, que merezcamos tener por intercesor en el Cielo, a aquél que veneramos en la tierra como Protector. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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