"Así como los impíos no prevalecieron contra Cristo, aun cuando lo amarraron con cuerdas, lo arrastraron al juicio, le vendaron los ojos, se burlaron de Él como un rey falso, lo hirieron en la cabeza como un falso Profeta, le arrastraron, y lo crucificaron, y en el ejercicio de su poder parecían tener un dominio absoluto sobre Él, de modo que Él cayó en tierra y casi fue aniquilado bajo sus pies; y como en el mismo tiempo en que estaba muerto y sepultado fuera de sus ojos, fue conquistador de todos, resucitó al tercer día y ascendió al Cielo, y fue coronado, glorificado e investido con Su Realeza, y reina, Rey de reyes y Señor de señores, así será con Su Iglesia: aunque por un tiempo perseguida y, a los ojos del hombre, derrocada y pisoteada, destronada, despojada, burlada y aplastada, incluso en ese gran tiempo de triunfo las puertas del infierno no prevalecerán. En la Iglesia de Dios hay una Resurrección y una Ascensión, una Realeza y un Dominio, una recompensa de Gloria por todo lo que ha soportado".
Cardenal Henry Edward Manning
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