Nada más hermoso y más digno de poseerse que la verdadera caridad. Éste es el fin de todo católico: "Amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos".
Hoy sábado, tradicionalmente dedicado a Nuestra Señora, pídele a Ella que te ayude a guiar tu mirada a las Benditas Ánimas del Purgatorio, que alargan su mano suplicando una limosna de misericordia; Ellas esperan de la bondad de los mortales que les ayude a calmar sus dolores y librarse de aquellas terribles purificaciones.
No siempre podemos practicar en este mundo la caridad tal y como querría nuestro corazón, pero sí podemos ser grandes benefactores de las Almas del Purgatorio. Mayores y pequeños, enfermos y sanos, todos podemos socorrer a las Hermanas del Purgatorio con nuestras oraciones, Misas, comuniones, limosnas...
Ojalá a partir de hoy comiences a ser devoto fiel de las Almas del Purgatorio, que una vez libres de sus penas, serán llevadas a la Presencia de Dios, en la compañía de la Virgen y de los Santos, donde no te quepa duda, se acordarán de ti, que tanto las ayudaste a alcanzar la felicidad eterna.
Muy felices son los devotos de Nuestra Piadosa Madre, pues no sólo son socorridos por Ella en la tierra, sino que también los asiste y consuela con Su protección en el Purgatorio. Y necesitando tanto más alivio cuanto más padecen, sin poder valerse por sí mismos, mucho más se empeña en socorrerlas esta Madre Misericordiosa. Dice san Bernardino de Siena que, en aquella cárcel de unas almas que son esposas de Jesucristo, María tiene como un cierto dominio y plenos poderes tanto para aliviar como para liberar de aquellas penas.
En cuanto a aliviar, dice el mismo santo comentando las palabras del Eclesiástico: "Me paseé sobre las olas del mar" (Ecclo 24,8): "Es decir, visitando y socorriendo en las necesidades y en los tormentos de mis devotos que son mis hijos".
Dice el mismo santo que las penas del Purgatorio son llamadas olas porque son transitorias, a diferencia de las del infierno que no pasan jamás. Y se llaman olas del mar, porque son penas muy amargas. Afligidos por estas penas, los devotos de Nuestra Señora se ven constantemente visitados y socorridos por Ella. Ved cuánto importa, dice Novarino, ser devoto de esta Señora tan buena, pues Ella no sabe olvidarse de ellos cuando padecen en aquellas llamas. Y si María socorre a todas las Almas del Purgatorio, sin embargo Sus mayores indulgencias y cuidados son para las que le son más devotas.
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