domingo, 12 de octubre de 2025

NUESTRA SEÑORA MARÍA SANTÍSIMA DEL PILAR

 

Este pilar permanecerá en este 
sitio hasta el Fin del Mundo 
y nunca faltarán en esta ciudad 
verdaderos Cristianos




LA PIADOSA TRADICIÓN DEL PILAR

                    Una antigua y venerada tradición refiere que la Santísima Virgen María, en carne mortal, se apareció en Zaragoza sobre una columna o pilar, signo visible de su presencia, alentando al apóstol Santiago en su evangelización por tierras españolas. El santuario levantado en ese lugar es uno de los más visitados en el mundo católico. Bajo su patrocinio de inició la evangelización de América el 12 de Octubre del 1492.

                    El Papa Clemente XII aprobó su Misa y Oficio litúrgico para toda España. Pío VII lo elevó a la categoría litúrgica de Fiesta. Y Pío XII otorgó a todas las naciones hispanoamericanas la posibilidad de celebrar la misma Misa que se celebra en España.               

                       "Después de la Pasión y Resurrección del Salvador y de Su Ascensión al Cielo, la Virgen María quedó encomendada al Apóstol San Juan. De Ella recibieron los Apóstoles el impulso para salir a anunciar el Evangelio en todo el mundo. El Apóstol Santiago, hermano de Juan e Hijo de Zebedeo, movido por el Espíritu Santo se dirigió a las provincias de España. Antes de partir besó las manos de la Virgen y pidió Su bendición.

                      Ella lo despidió con estas palabras: "Ve, hijo, cumple el mandato del Maestro y por Él te ruego que en aquella ciudad de España en que mayor número de hombres conviertas a la Fe, edifiques una Iglesia en Mi memoria, como Yo te lo mostraré". Saliendo de Jerusalén, Santiago llegó a España y pasando por Asturias llegó a la ciudad de Oviedo, donde sólo pudo bautizar a un hombre. Luego, entrando por Galicia, predicó en la ciudad de Padrón. De allí volviendo por Castilla se dirigió a Aragón, donde se encuentra Zaragoza, a orillas del Ebro. 

                       En esta ciudad, luego de predicar muchos días, bautizó a ocho varones con quienes conversaba durante el día del Reino de Dios. Por la noche, solo y descorazonado, se encamina por la ribera del río para descansar y orar en silencio. Durante la oración, una de esas noches oyó voces de Ángeles que cantaban: "Ave María llena de gracia..." al oírlos se postró de rodillas y vio sobre un pilar de mármol a la Virgen que le decía: "He aquí, Santiago, el lugar donde edificarás un templo en Mi memoria. Mira bien este pilar en que estoy, al que Mi Hijo y Maestro tuyo trajo de lo alto por mano de los Ángeles. Alrededor de él harás el Altar de la capilla, en este lugar obrará la Virtud del Altísimo portentos y maravillas por Mi intercesión por aquellos que, en sus necesidades imploren Mi Patrocinio. Este pilar permanecerá en este sitio hasta el Fin del Mundo y nunca faltarán en esta ciudad verdaderos Cristianos. 

                       Confortado por esta presencia de María, edificó un templo. Es la primera iglesia del mundo dedicada a la Virgen". 

                    Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los conversos, la obra se puso en marcha con rapidez. Pero antes que estuviese terminada la Iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresar a Judea. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima.

                    Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. El sarcófago representa, en un bajo relieve, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.


LA SANTA COLUMNA O PILAR

                    "Es de jaspe, de dos varas de alta y descansa en una piedra que la continúa algo oscura que está sobre otra más clara, fijada en una base redonda y está sobre un plano de piedra como la que circuye toda la obra. La columna de jaspe está cubierta de bronce y, sobre el bronce, de plata, cuyas dos cubiertas llegan hasta el pie de la sagrada imagen que está colocada en la Columna sin otra seguridad y su diámetro mide 24 ctms". Manuel Vicente Aramburu en su descripción de la Santa Columna del Pilar en 1766.




                    Fragmento visible de la Santa Columna, en el humilladero que está en la parte posterior del Pilar de Zaragoza: la costumbre de besar el Pilar ya está atestiguada desde la Edad Media. El desgaste sufrido por la Santa Columna a causa de los continuos ósculos de los fieles, llevó a Julián de Yarza a modificar la altura de la apertura de la funda. El óvalo de oro que lo rodea se colocó a mediados del siglo XX, donado por el médico y escritor Ricardo Royo Villanova, Terciario Franciscano.




                    El Santo Pilar que la Tradición asegura que no se ha movido del mismo lugar donde se produjo la Venida, representa la idea de la estabilidad del edificio que simboliza la Iglesia gracias a la solidez y firmeza de la columna que viene a ser la confianza en la Fe que nos demuestra María.



sábado, 11 de octubre de 2025

MARÍA NUESTRA SEÑORA y MADRE, Santa Madre de Dios

 

"Ella adoró a Aquel 
quien había engendrado"

Oficio de la Purificación



                    La mente humana jamás podrá comprender plenamente todo lo que encierra el título de «Madre de Dios». Es el título con el que los Fieles se dirigen a María, y la Iglesia lo ha sancionado con su autoridad infalible (1). Todas las bellezas de la naturaleza, todas las riquezas de la gracia, todos los esplendores de la gloria palidecen ante la majestuosa grandeza de un título como este. Pues, por el hecho mismo de haber concebido al Verbo hecho carne, María ha quedado unida a Dios por los mismos lazos que unen a una madre con su verdadero hijo.

                    Así como, por tanto, la dignidad de la naturaleza humana en Jesucristo se eleva inconmensurablemente por encima de todo lo creado, en razón de la unión hipostática con el Verbo Divino, así también la dignidad de María pertenece a un orden superior, por Su posición como Madre de Dios. Este título es precisamente la fuente y la medida de todos esos dones de naturaleza, Gracia y Gloria, con los que el Señor se complació en enriquecerla. «La Santa Madre de Dios ha sido elevada por encima de los Coros de Ángeles en el Reino Celestial».

                    Admira, oh alma mía, tan grande milagro del Poder del Altísimo, y ya que se ha dignado llamarte al servicio de tan gran Reina, dale gracias y promete a tu Soberano eterna fidelidad.

                    El título de Madre de Dios, con que la Iglesia Católica honra a María, no es sólo fuente de incomparable grandeza en Ella, sino también un potente medio para fundamentarnos firmemente en la posesión de la Verdadera Fe y llevarnos a un conocimiento más perfecto de los atributos divinos.

                    De hecho, el primer paso para reconocer a Jesucristo como Salvador del mundo, es la creencia en la Maternidad Divina: por el contrario, quien se niega a reconocer a María como verdadera Madre de Dios, ha naufragado por ese mismo hecho en la Fe.

                    Además, la Sabiduría Divina resplandece con mayor claridad por el hecho de que Dios se dignó elegir a María como Madre de Su Hijo. De todas las obras de Dios, la Encarnación es la más digna de la diestra del Altísimo; pero ¿cómo puedo admirar suficientemente los designios de Tu sabiduría, oh Dios mío, ya que has querido oponer a la obra de destrucción y muerte, iniciada en el pecado de Eva y completada en el de Adán, una obra de reparación, iniciada en la obediencia de María y consumada en el sacrificio de Jesús?.

                    ¡Cuánta Gloria le corresponde a la Bondad de Dios por la Divina Maternidad!. Pues, al predestinar a María para ser Madre del Verbo, Dios también decretó dárnosla como Madre nuestra. Quiso que Ella, en unión con Su Hijo, realizara la obra de nuestra Redención y que, al regenerarnos a la vida de la gracia, se convirtiera en nuestra Madre en el orden espiritual.

                    ¡Oh, la profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios!. ¡Cuán incomprensibles son Sus juicios y cuán insondables Sus caminos!

                    La Divina Maternidad es, sin duda, el punto de partida de la obra de nuestra Salvación. Por lo tanto, es deber de todo Cristiano proclamar con valentía esta verdad. Al creer que María es la Madre de Dios, creemos también que el Verbo se hizo carne. Pero para que esta Fe no sea estéril, debe ir acompañada de un sincero culto, tanto interno como externo; un culto consistente en actos de homenaje, veneración y amor hacia esta criatura incomparable, unida a nosotros por tantos títulos.

                    El alma fiel no puede, pues, hacer nada mejor que seguir el ejemplo que nos da la Iglesia, que no se cansa de proclamar esta Verdad al Universo entero, ya sea mediante la erección de templos en honor de María, mediante el establecimiento de hermandades consagradas a Ella, mediante la aprobación de Órdenes Religiosas dedicadas a Su servicio, o mediante la institución de prácticas de piedad en Su honor.

                    Sí, María es verdaderamente digna de ser saludada con las palabras que antaño dirigió el líder judío Ozías a Judit: “Bendita seas tú, oh hija, por el Señor Dios Altísimo, más que todas las mujeres de la tierra”.

                    La devoción a Nuestra Señora Santísima está tan íntimamente ligada a todo el Depósito de la Divina Revelación, que no es posible negar las prerrogativas de esta gloriosa Virgen, sin ofender alguna Verdad de la Fe Católica.

                    San Cirilo, el gran Obispo de Alejandría, fue el glorioso defensor de la Divina Maternidad y, en consecuencia, del Sagrado Depósito de la Revelación Cristiana. Sus excelsas virtudes se proclaman no sólo en testimonios privados, sino también en las solemnes Actas de los dos Concilios Generales de Éfeso y Calcedonia. Ansioso por promover la devoción a nuestra Santísima Señora e impulsado por el celo por la salvación de las almas, San Cirilo no tenía otra preocupación que preservar a su rebaño de las lamentables herejías sobre la Divina Maternidad de Nuestra Santísima Señora, que en aquel entonces invadían algunas iglesias orientales.

                    Cirilo, tan versado en las ciencias sagradas como ejercitado en todas las virtudes, fue enviado por el Papa San Celestino para presidir el Concilio de Éfeso. En esta gran asamblea se condenó la herejía de Nestorio y se proclamó el dogma de la Divina Maternidad de Nuestra Señora. En esta ocasión, San Cirilo derramó su corazón en una ferviente oración en honor a la Madre de Dios en presencia de todos los Obispos reunidos para la ocasión. Esta oración es uno de los himnos de alabanza más bellos que jamás se hayan compuesto en honor a la gloriosa Reina del Cielo (2).

                    Pero no pasó mucho tiempo antes de que el santo Obispo tuviera que sufrir por este hecho, lo que le atrajo el odio implacable de los herejes, de quienes tuvo mucho que sufrir. Terminaron por expulsarlo de su diócesis. Sin embargo, esto no le impidió seguir defendiendo el augusto Dogma de la Divina Maternidad de María, de palabra y por escrito. Estaba más que feliz de sufrir por esta Verdad; pero Nuestra Señora no tardó en recompensar a Su fiel siervo con abundantes gracias celestiales. Finalmente, por Su intercesión, se le permitió regresar a su sede, donde fue recibido con gran alegría por su pueblo. Murió santamente el 28 de Enero del año 444, pasando su alma de la tierra al Cielo para alabar por toda la Eternidad a la gloriosa Madre de Dios, a quien tanto había honrado durante su vida.


Extraído de "La más bella flor del Paraíso" 
escrito por el Cardenal Alexis-Henri-Marie Lépicier, 
de la Orden de los Siervos de María


NOTAS 

                    1) "Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema." Papa San Clementino I, Concilio de Éfeso, año 431.

            El Dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Éfeso. Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.

                    2) De la Homilía de San Cirilo de Alejandría en el Concilio de Éfeso: 

            "Salve, María, Madre de Dios, veneradísimo Tesoro de todo el Orbe, antorcha inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta Doctrina, Templo indestructible, habitáculo de Aquel que no puede ser contenido en lugar alguno, Virgen y Madre por quien se nos ha dado el llamado en los Evangelios 'Bendito el que viene en nombre del Señor'.

            Salve, Tú que encerraste en Tu Seno virginal al que Es inmenso e inabarcable. Tú, por quien la Santísima Trinidad es adorada y glorificada. Tú, por quien la Cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el mundo. Tú, por quien exulta el Cielo, se alegran los Ángeles y Arcángeles, huyen los demonios, por quien el Diablo tentador fue arrojado del Cielo, y la criatura, caída por el pecado, es elevada al Cielo...

            ¿Quién de entre los hombres será capaz de alabar como se merece a María, digna de toda alabanza?. Es Virgen y Madre: ¡qué maravilla!. Este milagro me llena de estupor. ¿Quién oyó jamás decir que al constructor de un templo se le prohíba entrar en él?. ¿Quién podrá tachar de ignominia a quien toma a Su propia esclava por Madre?.

            Nosotros hemos de adorar y respetar la unión del Verbo con la carne, hemos de tener temor de Dios y dar culto a la Santa Trinidad, hemos de celebrar con nuestros himnos a María, la siempre Virgen, Templo Santo de Dios, y a Su Hijo, el Esposo de la Iglesia, Nuestro Señor Jesucristo. A Él la Gloria por los siglos de los siglos. Amén".



jueves, 9 de octubre de 2025

SAN JUAN LEONARDI, SACERDOTE Y FUNDADOR

 


                    San Juan Leonardi nació el año 1541, en la localidad de Diecimo, población cercana a Lucca, la pequeña república llamada en otro tiempo "religiosísima", y agitada por aquellos años por la crisis de la "reforma" protestante.

                    A la edad de doce años, sus padres, modestos terratenientes, le enviaron a casa del Párroco de Villa Basílica, donde adquirió una cultura elemental e inició su formación religiosa hasta los 17 años de edad. Hubiera sido tal vez ésta la ocasión para elegir el estado eclesiástico, pero el padre de Leonardo cambió por ahora el rumbo de su vida, mandándolo a Lucca a estudiar Farmacia. La profesión de farmacéutico en aquellos tiempos bordeaba los límites de la medicina y de la alquimia, de la magia y de la filosofía. En este ambiente moldeó Leonardo su recia personalidad de cristiano seglar militante, cuya característica no fue la de hechos asombrosos, aureolados de milagrosos "golpes de gracia", sino la de una progresiva ascensión hacia el ideal de santidad. 

                    Intensifica la frecuencia de Sacramentos y la práctica de la mortificación, realiza el apostolado en el ambiente en que vive y se adhiere al grupo de piadosos seglares llamados "colombinos" para asegurar, su perseverancia, madurando así su capacidad de entrega a una intensa vida sacerdotal que había de ser su decidida vocación.

                    Efectivamente, después de la muerte de su padre, a pesar de que la madre le instaba para que se instalase en Diecimo, como farmacéutico, San Juan Leonardi inició sus estudios eclesiásticos. Aprobado el latín en las escuelas públicas de Pisa, aprende Lógica y Teología con el sacerdote dominico Paolino Bernardini, que por prescripción médica residía en una casa de campo perteneciente a la Orden.

                    El contacto directo con el maestro dominico produjo en Juan Leonardi cierta preocupación científica, que manifestó luego en los ensayos, inéditos, que escribió sobre diversos tratados teológicos. La perfección que pudiera faltar en su elemental plan de estudios era suplida por la madurez humana y espiritual que Leonardi había adquirido en sus treinta y dos años de vida seglar. En 1572 fue ordenado Sacerdote en la ciudad de Pisa.

                    Instalado en Lucca como capellán de la iglesia de San Giovanni dalla Magione, Juan Leonardi comienza su apostolado y su obra de proselitismo, que había de cristalizar en la fundación de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios. Característica relevante del apostolado de Leonardi es la enseñanza del Catecismo, que revela el espíritu eminentemente parroquial que había de diferenciar a su Institución.

                    Habiendo conocido el Obispo de Lucca su actividad catequística le encargó de realizarla en otras iglesias y parroquias de la diócesis. Para sistematizar esta actividad San Juan Leonardi escribió un Manual de Doctrina Cristiana, que estuvo durante mucho tiempo en uso en varias regiones de Italia. Queriendo asegurar la continuidad de este movimiento renovador de la enseñanza del Catecismo formó la Compañía de la Doctrina Cristiana, integrada por miembros seglares y que muy pronto había de extenderse a Siena, Pistoya, Nápoles y Roma. Los Pontífices Gregorio XIII, Clemente VIII y Paulo V concedieron a esta Compañía especiales privilegios.

                    En Roma, conoció y colaboró ​​con San Ignacio de Loyola y con San Felipe Neri, e impulsó decisivamente la fundación del Instituto de Propaganda Fide. Sus estudios farmacéuticos le ayudaron a explicar cómo las enfermedades del alma no son tan diferentes de las enfermedades del cuerpo, y así como estas últimas se tratan con medicamentos cuidadosamente dosificados y medidos, las enfermedades del alma se curan mediante la Fe en Cristo.

                    A los dos años de actividad sacerdotal de San Juan Leonardi había formado un grupo de colaboradores parroquiales íntimos, a los que fue preparando para el Sacerdocio y con los que inicia su fundación el año 1574.

                    En realidad, sus proyectos de fundador no eran ambiciosos en cuanto a la organización. La pequeña comunidad de Sacerdotes surgía limitada al ámbito parroquial. El ideal de Leonardi era hacer de sus colaboradores santos Sacerdotes dedicados al Ministerio parroquial. 

                    La nueva Congregación encontró una férrea oposición por parte de las autoridades civiles de Lucca. La pequeña república, celosa de su independencia, seguía con recelo la actividad del Santo, a quien comenzó a considerar aliado de potencias extranjeras y posible colaborador de la Inquisición. Sin ninguna responsabilidad personal, San Juan Leonardi fue tratado durante toda la vida como un enemigo irreconciliable de su patria. Tal enemistad ocasionó a los noveles religiosos una precaria situación económica, hasta tal punto que el mismo Fundador se vio obligado a pedir limosna.

                    Estas dificultades, sin embargo, no lo desalentaron en sus tareas apostólicas. Intensificó en su iglesia el culto al Santísimo Sacramento con la devoción de las Cuarenta Horas y organizó continuamente ejercicios de reparación y penitencia, con una técnica que se acerca mucho a ciertas "Misiones populares" de la actualidad. Los fieles recorrían de noche procesionalmente las calles de Lucca, visitando las iglesias principales, entonando himnos penitenciales, disciplinándose y gritando: "¡Perdón, Señor, misericordia!". El devoto espectáculo ocasionó ruidosas conversiones, no siempre con fiel perseverancia, y que proporcionaron al celoso predicador algún fracaso apostólico.

                    Tal fue el de la Compañía de la Paz, agrupación formada con cincuenta bandidos convertidos en masa, que a los pocos meses de existencia el Santo debió disolver, porque algunos de los conversos habían vuelto a las andadas; los que perseveraron ingresaron en los Frailes Capuchinos.

                    Más afortunado fue con la fundación de las Monjas de los Ángeles, religiosas dedicadas a las muchachas pobres, de las cuales, no obstante, Leonardi se desentendió muy pronto, porque era radicalmente opuesto a los apostolados femeninos, aun los de clausura.

                    A la sazón el Santo andaba preocupado con el traslado de su Comunidad de Clérigos a la nueva casa de Santa María Contelandini, en Lucca. Lo cual no se llevó a cabo sin graves disturbios, ocasionados por los fieles de esta parroquia, que llegaron a decir al Obispo 'en señal de protesta: "¡Monseñor, ¿qué hacéis?, ¿habéis alejado de Vos aquellos diablos y nos los habéis metido en medio de nosotros?". A pesar de todo San San Juan Leonardi tomó posesión de la nueva sede en 1580. Al año siguiente la Congregación recibía la aprobación oficial del Obispo de Lucca, llamándose Clérigos Regulares de la Madre de Dios.

                    Con razón Juan Leonardo había ya ganado también la confianza de la Santa Sede y fue nombrado varias veces por Clemente VIII Comisario Apostólico con la misión de reformar algunas de las Órdenes monásticas decadentes. El Santo realizó siempre con gran celo y notable éxito esta tarea de reformador, pero la impronta de su personalidad está más grabada en aquellas catequesis y aquella actividad pastoral de Leonardi en las iglesias de Lucca.




                    Con no menor intensidad se dedica ahora el Santo a solidificar su fundación. Aunque no era ideal del fundador multiplicar las nuevas casas, quiso, sin embargo, fundar una en Roma. Lo consiguió gracias al apoyo de algunos cardenales, principalmente el cardenal Baronio, que le estimó y protegió siempre con especial predilección. La nueva comunidad se instaló definitivamente, el año 1662, en Santa María in Campitelli, que aún hoy día es la Casa Generalicia de la Congregación. Durante su estancia en Roma Juan Leonardo realizó una de las más importantes actividades de su vida: la colaboración con el Cardenal Vives en la organización del Colegio de Propaganda Fide. 

                    Durante los últimos siete años de su vida el Santo se dedicó con ardor a la naciente Institución misionera, cuyo ideal él había acariciado desde hacía tiempo. Este mérito fue premiado por el Papa León XIII, que por especial privilegio le inscribió, siendo aún Beato, en el Martirologio Romano, ordenando al Clero de Roma celebrar su Misa y Oficio, un honor reservado solamente a los Sumos Pontífices beatificados.

                    Antes de morir, Leonardi tuvo la alegría de ver aprobadas en 1603 por Clemente VIII las constituciones de la nueva Congregación de Clérigos Regulares. No pudo llegar a verla florecer y brillar. Pero guardó en su corazón la alegría de una vida entregada al servicio de la Iglesia. Murió entre los suyos, en Lucca, el año 1609. San Juan Leonardi encarnó el ideal de un Santo Sacerdote, por eso sería declarado venerable por el Papa Clemente XI en 1701, para luego ser beatificado por el Papa Pío IX en Noviembre de 1861 y finalmente canonizado, por Pío XI el 17 de Abril de 1938. Sus restos se veneran en Santa Maria in Portico in Campitelli, en Roma.



martes, 7 de octubre de 2025

MARÍA NUESTRA SEÑORA y MADRE, Reina del Santísimo Rosario

 

“Me senté bajo la sombra de su deseo, 
y su fruto fue dulce a mi paladar; 
me metió en la bodega del vino.” 

Cantar de los Cantares, 2: 3,4



                    No hay para nosotros, en esta vida, acción más noble ni más santa que la oración. Mediante la oración elevamos nuestra alma a Dios y entramos en comunicación con Él, con el fin de rendir homenaje a Su Divina Majestad, rendirle el culto que le corresponde, agradecerle sus innumerables beneficios, implorar perdón por nuestros pecados y, en definitiva, pedirle los favores espirituales y temporales que necesitamos.

                    En verdad, no se puede imaginar nada más excelente que la oración. Nos la enseñó Nuestro Divino Salvador mismo: pues leemos de él que solía retirarse solo al monte a orar, y que pasaba noches enteras en oración. Sobre todo, esto fue así cuando se acercaba el momento de Su amarga Pasión, cuando, como leemos en el Evangelio de San Lucas, «oraba más largamente».

                    No contento con darnos ejemplo de oración, Nuestro Señor se dignó también enseñarnos su excelencia, entregándonos una fórmula que contiene, en resumen, todo lo que necesitamos pedir para nuestro bienestar espiritual y temporal. Este es el Padrenuestro, sin duda la mejor de todas las oraciones.

                    Oh alma mía, da gracias a tu Creador por haberte dado en la oración un medio tan eficaz para obtener todo lo que necesitas, y pídele la gracia de no descuidar nunca una práctica tan santa y útil.

                    Después de Jesucristo, ningún Santo nos enseñó con su ejemplo la excelencia de la oración tan bien como la Virgen María, pues podemos decir con certeza que Su vida fue una oración ininterrumpida. ¿Dónde encontrar palabras para expresar las fervientes aspiraciones de Su Corazón cuando, siendo aún niña, suspiraba por la venida del Mesías, diciendo con David: «¡Levántate, oh Gloria mía, levántate, salterio y arpa!». Incluso se podría decir que María, con el ardor de Sus deseos, apresuró la Venida del Redentor.

                    Pero fue especialmente cuando el Verbo se hizo carne en Su Seno, que la vida de la Madre de Dios se convirtió en una oración constante y ardiente, que continuó casi ininterrumpida hasta que Su Alma, en un éxtasis de amor, rompió los lazos de la carne y abandonó Su cuerpo sagrado para ir a unirse a Su Bienamado en el transporte de la Visión Beatífica.

                    Y ahora que María está unida a Dios en la Gloria, no renuncia a interceder por Sus fieles siervos, que luchan aquí en medio de todo tipo de peligros: junto con Su Hijo, que «siempre vive para interceder por nosotros», la Santísima Virgen ofrece al Padre Eterno Sus oraciones y súplicas. ¿Es de extrañar, entonces, que María se digne a veces aparecer a Sus fieles Siervos en actitud de oración, manifestando así Su deseo de que los Fieles, con la mayor frecuencia posible, sigan Su ejemplo en el uso de este poderoso medio de santificación?.

                    De todas las formas de oración, el rezo del Rosario es la más fácil y, a la vez, la más eficaz. Es el llanto del niño que no deja de llamar a su madre hasta obtener lo que desea; es la voz humilde del pobre que no se aparta de la puerta del rico hasta recibir una generosa limosna.

                    Orar es bueno; pero debemos orar correctamente si queremos obtener el fruto de nuestras oraciones. Nuestras necesidades son innumerables, y en consecuencia, también innumerables son los favores que podemos pedir a Dios. Sin embargo, debemos pedir sobre todo dones espirituales; en cuanto a las cosas temporales, también podemos orar a Nuestro Señor por ellas, pero solo en la medida en que nos ayuden a obtener la Gracia Divina.

                    También podemos orar por nuestro prójimo; aunque con esta diferencia, que cuando oramos por nosotros mismos estamos seguros de ser escuchados, mientras que no tenemos la misma certeza con respecto a nuestras oraciones por los demás.

                    Finalmente, para que nuestra oración surta efecto, debe ir acompañada de fe, humildad, confianza y perseverancia. «Debemos orar siempre y no desmayar», dice Nuestro Señor.

                    Detalle del políptico de San Vincenzo Ferreri, de Giovanni Bellini, 1464-1468, Basílica dei Santi Giovanni e Paolo, Venecia, Italia. En la vida de San Vicente Ferrer se narra que un hombre, que había llevado una vida desordenada, se encontró al borde de la muerte y fue desahuciado por los médicos. Escuchó con horror esta terrible sentencia, y al pensar en la Eternidad, que se le apoderó de la mente, lo invadió el remordimiento por sus faltas pasadas. Sin embargo, desconfiando de la Misericordia de Dios, se dejó llevar por la desesperación, creyéndose indigno de perdón.

                    Al enterarse de esto, San Vicente Ferrer se acercó al lecho del moribundo e intentó impulsarlo al arrepentimiento, animándolo a confiar en la Misericordia Divina. Le recordó que Jesucristo murió por cada uno de nosotros y que, como Padre misericordioso, recibió al hijo pródigo en Sus brazos; que perdonó a Zaqueo, a María Magdalena y al Buen Ladrón en la Cruz, y que aunque sus pecados fueran tan numerosos como los granos de arena de la orilla del mar, la Misericordia de Dios jamás sería vencida, porque es Infinita y Eterna.

                    Tales palabras, que habrían bastado para ablandar el corazón más duro, solo incitaron a este miserable pecador a blasfemias aún mayores. Rechinó los dientes, protestando que no buscaría el perdón de Jesucristo, sino que moriría en sus pecados para desagradarle y ofenderle aún más. Ante estas palabras, San Vicente no perdió el ánimo, sino que, iluminado por una inspiración del Cielo, respondió: «Debes convertirte, para que la Infinita Misericordia de Dios brille más en ti».

                    Dirigiéndose entonces a los presentes, comenzó a rezar el Santo Rosario. ¡Y qué maravilla!. María, quien, en palabras de San Bernardo, es la esperanza de los desesperados, escuchó la oración que se le dirigió por este infeliz. Apenas había terminado de rezar el Rosario, cuando aquel pecador obstinado se transformó en otro hombre. En un abrir y cerrar de ojos se volvió manso como un cordero, e invitando al Santo a acercarse a él, pronunció el Dulce Nombre de María. Entonces, derramando lágrimas a mares, confesó sus pecados como el Buen Ladrón en la Cruz. Recibió los Sacramentos y murió con todos los signos de una conversión edificante.


Extraído de "La más bella flor del Paraíso" 
escrito por el Cardenal Alexis-Henri-Marie Lépicier, 
de la Orden de los Siervos de María



domingo, 5 de octubre de 2025

CONSEJOS ESPIRITUALES DE SOR CONSOLATA BETRONE ( II )

 

                    La Obra de las pequeñísimas tiene por fin mantener viva en el mundo y desarrollar el Caminito que enseñó Santa Teresita del Niño Jesús: hacer todo con amor y por amor, repitiendo el Acto de Amor. En Julio de 1936 nació la "Obra de las Pequeñísimas", anunciada el 17 de Agosto de 1934. La Virgen María es su Patrona porque la Obra fue inspirada a Sor Consolata Betrone durante la Novena de la Natividad de Nuestra Señora. Podemos asegurar que María Santísima fue la primera y más perfecta pequeñísima, ya que Su vida entera fue real y efectivamente un Acto incesante de Amor y de Caridad en la aceptación continua de la Divina Voluntad.



CARTA DE SOR CONSOLATA BETRONE
A LAS PEQUEÑÍSIMAS 


                    Querida Pequeñísima:

                    En el trabajo, si te es posible, ten delante de ti escrito sobre una imagen o tarjetita: “Jesús, María os amo, salvad almas”. Te servirá de llamada. Entre los obstáculos para dar a Jesús el incesante Acto de Amor virginal, Jesús mismo enseña a combatir tres: pensamientos inútiles, intereses, habladurías inútiles. 

                    Pensamientos, preocupaciones, todo llega a ser inútil, desde el momento que Jesús promete a su Pequeñísima que Él pensará en todo, hasta en lo mínimo. Habladurías inútiles: si al hablar no nos obliga el deber, la Caridad, la conveniencia, es tiempo desperdiciado, que roba al amor. Intereses, curiosidades, etc.,todo lo que separa al espíritu de la única cosa a la cual estás obligada: amar a Jesús incesantemente y con amor virginal. 

                    Necesitas convencerte que para realizar el deseo divino: “No debes perder un Acto de Amor y un acto de caridad desde una Comunión a la otra”, el trabajo de tu alma, sostenida por la gracia, será largo y requerirá no poco tiempo, esfuerzo generoso y constancia y sobre todo nunca desanimarse. 

                    En cada infidelidad más o menos voluntaria, renueva tu propósito de amor virginal y vuelve a empezar. Si esta infidelidad te hace sufrir, ofrécela a Jesús... ¡qué acto de amor!. Verás y comprobarás con cuánta ternura Jesús te levantará después de una caída, una infidelidad; cómo se apresurará a ponerte en pie, para que tú puedas continuar tu canto de amor. 

                    Lo que más te ayudará a dar a Jesús el Acto incesante de Amor será el renovar el propósito en cada hora y en segundo lugar, el examen particular sobre eso. Recuerda que, el examen particular sobre el Acto incesante de Amor, señalará como falta solo el tiempo desperdiciado en habladurías inútiles o en el seguimiento de fantasías, pensamientos inútiles, etc. Arrepiéntete y continúa tranquilamente amando. Pero el propósito al cual debes consagrar todas tus energías será siempre sobre el Acto incesante de Amor. Pero no temas, Jesús te ayudará. Él ha dicho: “Ámame y serás feliz, cuanto más Me amares, más feliz serás”... Ánimo, Jesús y María te ayudarán. No temas nunca, confía y cree en Su Amor por ti. 



sábado, 4 de octubre de 2025

SAN FRANCISCO DE ASÍS

 


                  Breve semblanza del Seráfico San Francisco de Asís:

                  Nació en Asís, una ciudad sobre la ladera del Monte Subasio (Italia) en 1181. Su madre lo bautizó Juan, pero su padre lo cambió por Francisco. Pertenecía a una familia rica, dedicada al comercio de telas.

                  San Francisco pasó gran parte de su juventud dedicado a cosas mundanas, sin importarle mucho Dios; incluso durante un tiempo fue soldado, pero un sueño le advirtió que no era su camino. Peregrinó entonces a Roma y oyó que el Señor le pedía reparar su casa . Es entonces cuando decide renunciar a todos sus bienes, desafiando a su padre, Pedro Bernardone que tenía pensado su futuro como comerciante. Así, a los veinticinco años, ciñe el hábito de los penitentes, atándose una cuerda a la cintura. 

                  De esta manera, vivió un tiempo en soledad y luego fundó con doce compañeros la Orden de Frailes Menores (Franciscanos) que fue aprobada por el Papa Inocencio III en 1209.

                   Llegando al ocaso de su vida, durante una Cuaresma, San Francisco decide retirarse a orar y ayunar al Monte Alvernia. Una mañana, cuando nuestro santo se encontraba en oración, tuvo la visión celestial de un serafín: tenía seis alas resplandecientes. Entre ellas apareció representada la imagen de Nuestro Señor clavado en la Cruz. Dos alas del serafín se elevaban sobre su cabeza, las otras dos aparecían extendidas, en actitud de volar, y las restantes le cubrían el cuerpo.

                    Al desaparecer aquella prodigiosa visión, surgieron llagas en sus manos y pies, semejantes a las de Jesús Crucificado, igual que lo acababa de contemplar en el éxtasis. También en el costado, se reprodujo una herida que recordaba a la que el soldado romano Longinos, infringió a Jesús ya muerto en la Cruz. Pero el milagro de la estigmatización no terminaba ahí: los biógrafos de San Francisco nos cuentan que mientras el santo recibía las Santas Llagas, la vegetación del Monte Alvernia comenzaba a arder con impresionantes llamas, produciendo enormes resplandores que despertaron a los pastores y vecinos del lugar.

                   A diferencia de otros estigmatizados, los estigmas de San Francisco, presentaban unas características muy particulares y que jamás se reprodujeron de igual manera en otros casos de estigmatización; así, Tomás de Celano, testigo de la época, nos relata estas características de los estigmas de San Francisco: “Sus manos y sus pies estaban atravesados por la mitad, como con clavos; las cabezas de éstos asomaban por la parte interior de las manos y por la parte superior de los pies; las puntas, por el otro lado. Las marcas del interior de las manos eran redondas, las del otro alargadas”.

                    San Buenaventura preguntó sobre los estigmas de San Francisco a algunos discípulos del santo, y que dieron el siguiente testimonio: “Los clavos eran negros y como de hierro, y hasta tal punto eran una misma cosa con la carne, que de cualquier cosa que se apretase, salían por el otro lado. En cambio, la llaga encarnada del costado, que por contracción de la carne había adoptado una forma circular, producía el efecto de una hermosa rosa”.

                  A pesar de la novedad de tan milagrosos hechos, San Francisco siempre intentó ocultar las llagas ante los ojos de los suyos; sin embargo, por obediencia, tuvo que mostrarlas ante la mirada de varios Cardenales e incluso del mismo Papa Alejandro IV, que certificó la veracidad de la estigmatización, amenazando con penas eclesiásticas a quienes impugnaran la verdad de las llagas del Santo.



                   San Francisco falleció a las siete de la tarde del 3 de Octubre de 1226, desnudo sobre la tierra desnuda de la Porciúncula, junto a la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, en Asís, rodeado de sus hermanos había  entonado el salmo 141. La dulce Hermana Muerte vino a su hora. Era la voz de Dios y llamaba a la recompensa. En su entierro fue llevado en una última visita al encuentro de Clara y las Damas pobres al convento de San Damián.

                  “Oh alma santísima, en cuyo tránsito salen a tu encuentro los ciudadanos del cielo, se regocija el coro de los Ángeles y la Trinidad Gloriosa te invita diciendo: Quédate con nosotros para siempre.” Varias decenas de frailes, su hija espiritual, Santa Clara de Asís y otras franciscanas, pudieron venerar aquellas santas heridas que el Santo les ocultó en vida. Dicen que incluso las llagas sangraron después de muerto; algunos frailes empaparon un lienzo con aquella sangre, que guardaron como una preciosa reliquia que aún hoy día se conserva.

                  Fue canonizado por el Papa Gregorio IX, tan sólo dos años después de su muerte. El prodigioso hecho de la estigmatización de San Francisco, se conmemora en la Iglesia cada año el 17 de Septiembre.



viernes, 3 de octubre de 2025

SANTA TERESITA DE LISIEUX, "...me es imposible sufrir, porque todo sufrimiento es dulce"

 

                    "¡Cuántas almas llegarían a la Santidad si fuesen bien dirigidas...! Sé muy bien que Dios no tiene necesidad de nadie para realizar Su Obra. Pero así como permite a un hábil jardinero cultivar plantas delicadas y le da para ello los conocimientos necesarios, reservándose para sí la misión de fecundarlas, de la misma manera quiere Jesús ser ayudado en su divino cultivo de las almas" 


Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz



                  Fieles al Calendario Católico hacemos memoria hoy de Santa Teresita de Lisieux. María Francisca Teresa nació el 2 de Enero de 1873 en Francia. Hija de un relojero y una costurera de Alençon. Tuvo una infancia feliz y ordinaria, llena de buenos ejemplos. Teresita era viva e impresionable, pero no particularmente devota.

                  En 1877, cuando Teresita tenía cuatro años, murió su madre. Su padre vendió su relojería y se fue a vivir a Lisieux donde sus hijas estarían bajo el ciudadano de su tía, la Sra. Guerin, que era una mujer excelente. Santa Teresita era la preferida de su padre. Sus hermanas eran María, Paulina y Celina. La que dirigía la casa era María y Paulina que era la mayor se encargaba de la educación religiosa de sus hermanas. 

                   Años más tarde, Paulina ingresó en el Monasterio de las Carmelitas de Lisieux. Teresita, que contaba entonces con 9 años, se sintió inclinada a seguirla por ese camino. Era una niña afable y sensible y la religión ocupaba una parte muy importante de su vida.

                  Tenía Teresita catorce años cuando su hermana María se fue también al mismo Monasterio de Lisieux, al igual que Paulina. La Navidad de ese año, tuvo la experiencia que ella llamó su “conversión”. En su biografía cuenta que apenas a una hora de nacido el Niño Jesús, inundó la oscuridad de su alma con ríos de luz. Decía que Dios se había hecho débil y pequeño por amor a ella para hacerla fuerte y valiente.

                   Al año siguiente, Teresita le pidió permiso a su padre para ser religiosa carmelita, como sus hermanas, y su padre dijo que sí; no podía negarle deseo tan santo a su hija predilecta. Sin embargo, las Madres Carmelitas y el Obispo de Bayeux opinaron que era muy joven y que debía esperar.

                  Algunos meses más tarde fueron a Roma en una peregrinación por el Jubileo Sacerdotal del Papa León XIII. Al arrodillarse frente al Papa para recibir su bendición, rompió el silencio y le pidió si podía ser Carmelita a los quince años. El Papa quedó impresionado por su aspecto y modales y le dijo que si era la Voluntad de Dios así sería.

                  Teresita rezó mucho en todos los santuarios de la peregrinación y con aquél apoyo del Papa, logró entrar en el Carmelo de Lisieux en Abril de 1888. De sus inicios en el Carmelo la Maestra de Novicias dijo; “Desde su entrada en la Orden, su porte tenía una dignidad poco común de su edad, que sorprendió a todas las religiosas”. Profesó como Carmelita el 8 de Septiembre de 1890: su único deseo era llegar a la cumbre del monte del amor.

                  Cumplió con exactitud las Reglas y deberes de las Carmelitas. Oraba con un inmenso fervor por los Sacerdotes y los Misioneros. Debido a esto, sería proclamada después de su muerte, Patrona de las Misiones, aunque nunca había salido de su Monasterio.

                  Se sometió a todas las austeridades de la Orden, menos al ayuno, ya que era delicada de salud y las superioras se lo impidieron. Entre las penitencias corporales, la más dura para ella era el frío del invierno. Pero ella decía “Quería Jesús concederme el martirio del corazón o el martirio de la carne; preferiría que me concediera ambos”. Y un día pudo exclamar “He llegado a un punto en el que me es imposible sufrir, porque todo sufrimiento es dulce”.

                  En 1893, a los veinte años, la Hermana Teresa fue nombrada asistente de la Maestra de Novicias. Prácticamente ella era la Maestra de Novicias, aunque no tuviera el título. Con respecto a esta labor, decía que hacer el bien sin la ayuda de Dios era tan imposible como hacer que el sol brille a media noche.

                  Su padre enfermó perdiendo el uso de la razón a causa de dos ataques de parálisis. Celina, su hermana, se encargó de cuidarlo. Fueron unos año difíciles para las hijas. Al morir el padre, Celina ingresó en el mismo Monasterio de Lisieux, con sus hermanas.

                  Casi al mismo tiempo, Teresita se enfermó de tuberculosis. Quería ir a una Misión en Indochina pero su salud no se lo permitió; sufrió mucho los últimos 18 meses de su vida. Fue un período de sufrimiento corporal y de pruebas espirituales. En Junio de 1897 fue trasladada a la enfermería del Monasterio, de la que no volvió a salir. A partir de Agosto ya no podía recibir la Sagrada Comunión debido a la enfermedad y murió el 30 de Septiembre de ese año. Sus últimas palabras fueron "Oh, le amo, Dios mío, os amo".  Teresita sería canonizada por el Papa Pío XI el 17 de Mayo 1925, por lo que este año celebramos el Centenario del reconocimiento de su Santidad y con él la fiabilidad del Camino de Infancia Espiritual que nos enseñó la Santa de las Rosas. 



EL ESCUDO DE ARMAS DE SANTA TERESITA, 
explicado por ella misma

                   "El blasón JHS es el que Jesús se dignó entregar como dote a su pobre esposa... se ha convertido en Teresa del NIÑO JESÚS de la SANTA FAZ. Estos son sus títulos de Nobleza, su riqueza y su esperanza.

                  La vid que divide en dos el blasón es también figura de Aquel que se dignó decirnos: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos, quiero que deis mucho fruto".

                  Las dos ramas que rodean, una a la Santa Faz y la otra al Niño Jesús, son la imagen de Teresa, que no tiene otro deseo aquí en la tierra que el de ofrecerse como un racimito de uvas para refrescar a Jesús Niño, para divertirlo, para dejarse estrujar por Él a capricho y poder así apagar la sed ardiente que sintió durante Su Pasión.

                  El arpa representa también a Teresa, que quiere cantarle incesantemente a Jesús melodías de amor.

                  El blasón FMT es el de María Francisca Teresa, la florecita de la Santísima Virgen. Por eso, esa florecita aparece representada recibiendo los rayos bienhechores de la dulce Estrella de la mañana.

                  La tierra verde representa a la familia bendita en cuyo seno creció la florecita. Más a lo lejos se ve una montaña, que representa al Carmelo. Este es el lugar bendito que Teresa ha escogido para representar en su escudo de armas el dardo inflamado del Amor que ha de merecerle la palma del Martirio, en espera de que un día pueda dar verdaderamente su sangre por su Amado. Pues para responder a todo el Amor de Jesús, ella quisiera hacer por Él lo que Él hizo por ella... Pero Teresa no olvida que ella no es más que una débil caña, y por eso la ha colocado en su blasón.

                   El triángulo luminoso representa a la adorable Trinidad, que no cesa de derramar Sus dones inestimables sobre el alma de la pobre Teresita, que, agradecida, no olvidará jamás esta divisa: "El Amor sólo con Amor se paga."


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CENTENARIO DE LA CANONIZACIÓN DE SANTA TERESITA, 1925-2025

TU EJEMPLO FUE LO QUE ME ARRASTRÓ

SÓLO SU MISERICORDIA HA OBRADO TODO



jueves, 2 de octubre de 2025

LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS, PROTECTORES ANGELICALES

 


               Es una Verdad de Fe que los Ángeles, todo benditos que son, reciben una misión de Dios ante los hombres; las palabras de Nuestro Señor, la enseñanza de los Doctores y los Santos, la Autoridad de la Iglesia, no nos permiten dudar de esta realidad. 

               Si los demonios, en legiones innumerables, merodean a nuestro alrededor como leones dispuestos a devorarnos, según la palabra de San Pedro, es consolador para nosotros pensar que Dios nos ha dado defensores más numerosos y más poderosos que los demonios.

                A más tardar desde su nacimiento, todo hombre que viene al mundo es confiado a la Custodia de una mente celestial; los paganos, los herejes, los pecadores mismos no están privados de este beneficio de Dios. Incluso es cierto que varios personajes, debido a su situación, como los Reyes, los Pontífices, algunos Sacerdotes, o debido a las vistas especiales de Dios sobre ellos, como muchos Santos, a veces tienen varios Ángeles guardianes. Sin duda, no sólo los individuos, sino las Sociedades y las Instituciones, son confiados especialmente a la Custodia de los Ángeles; la Santa Iglesia, los Reinos, las Provincias, las Diócesis, las Parroquias, las familias, las Órdenes Religiosas, las Comunidades, tienen sus Protectores Angelicales.

                Los Ángeles nos preservan de una multitud de males y peligros, alejan de nosotros las ocasiones del pecado; nos inspiran en pensamientos santos y nos llevan a la virtud, nos sostienen en las tentaciones, nos fortalecen en nuestras debilidades, nos animan en nuestros desánimos, nos consuelan en nuestras aflicciones. Ellos luchan con nosotros contra el demonio y nos protegen contra sus trampas; si caemos, por fragilidad o por malicia, nos levantan por el remordimiento, por los pensamientos de la fe, por el temor a los juicios de Dios, y nos proporcionan varios medios de conversión: llevan nuestras buenas obras y oraciones a Dios, reparan nuestras faltas, interceden por nosotros ante la Divina Misericordia, suspenden la venganza celestial sobre nuestras cabezas; finalmente, nos iluminan y nos apoyan en la enfermedad y en la hora de la muerte, nos presencian el Juicio de Dios, visitan las almas del purgatorio.

               San Bernardo resume nuestra tarea en tres palabras: "Qué respeto, qué amor, qué confianza de nosotros no merecen los Ángeles: respeto a su presencia, amor por su benevolencia, confianza en su protección." Añadimos un cuarto deber, docilidad a su inspiración.


Abad L. Jaud, "Vida de los Santos para todos los días del año", Tours, 1950



miércoles, 1 de octubre de 2025

EL SANTO ÁNGEL CUSTODIO DE ESPAÑA



                    "Hoy se celebra en España la Festividad del Santo Ángel Custodio del Reino, con rezo propio y rito doble de segunda clase con octava. La santidad de León XII concedió al Católico Rey Don Fernando VII y le asignó este día, para tributar las debidas gracias al Señor por los grandes y continuos beneficios que recibe la nación española por medio de su Santo Ángel tutelar. La Misa, a excepción de la Oración propia, es como la del día siguiente". 


("Año Cristiano", P. Juan Croisset, S.I., Barcelona, 1882)


                   La imagen del Santo Ángel Custodio de España se encuentra en la iglesia de San José de Madrid. La fiesta del Ángel Custodio del Reino fue concedida a España en el siglo XIX por el Papa León XII.

                   En el año 1897 el Obispo Manuel Domingo y Sol fundó la “Pía Unión de Oraciones al Santo Ángel de España", que años después estuvo presidida por la infanta Isabel de Borbón, hija de la Reina Isabel II de España.

                   Esta Pía Unión de Oraciones tenía en proyecto construir un gran monumento al Santo Ángel de España, y con esa finalidad se confeccionó una preciosa imagen como boceto del monumento. Esa imagen se encuentra en un altar lateral en la iglesia de San José, en calle Alcalá, 43, de Madrid.

                   Mons. Leopoldo Eijo Garay, primero Obispo de las diócesis de Tuy y Vitoria, y luego Obispo de Madrid-Alcalá, publicó en 1917 una extensa “Novena al Santo Ángel Custodio de España” de 105 páginas.



Imagen tomada de la página elsayon.blogspot.com. Allí podrás
ver más detalles de la imagen del Santo Ángel Custodio de España


                    En el escudo del Santo Ángel de España se pueden ver representados los antiguos Reinos de Castilla, León, Navarra y Aragón. En el centro del escudo, y en la pared, la flor de lis de la casa de Borbón.

                    El altar del Santo Ángel Custodio de España fue inaugurado el 12 de mayo de 1920, en la iglesia de San José de Madrid, con asistencia de la Familia Real española. Ese mismo día el rey Alfonso XIII propuso la creación de la Asociación Nacional del Santo Ángel Custodio del Reino, que pronto se extendió en 40 provincias.

                     En la parte de abajo del Altar hay numerosos escudos de provincias y ciudades de España. La iglesia de San José fue de los pocos templos católicos que no fueron asaltados durante la Guerra Civil Española.



lunes, 29 de septiembre de 2025

ARCÁNGEL SAN MIGUEL, vencedor del Demonio

 

Enemigo de la mentira y del orgullo, 
San Miguel venció al Demonio cuando éste, 
a pesar de ser un espíritu elevadísimo, 
se reveló contra Dios. Tal lucha se perpetúa 
y, por tanto, esa parte de su misión 
es permanentemente actual

Doctor Plinio Correa de Oliveira




San Miguel, Modelo de humildad

                    La Santa Iglesia venera a San Miguel Arcángel, principalmente, como modelo de la humildad cristiana. Lucifer rechazó el homenaje que el Altísimo le exigía. San Miguel, acompañado de los ángeles que permanecieron fieles, prestó ese homenaje. Mientras que Lucifer personifica a la Revolución, San Miguel personifica el espíritu de jerarquía y de disciplina que es la quintaesencia de la humildad cristiana. 

                    En una época profundamente socavada por el espíritu de la revolución, cuando todos los poderes legítimos, sea en el orden espiritual, sea en lo político, social, económico o familiar, son objeto de un odio y de una desconfianza generalizada, es especialmente difícil para un católico conservar intacto el espíritu de jerarquía que, en todos los campos de la actividad, es la nota distintiva de un verdadero cristiano. Sin embargo, la alternativa es inexorable. O tenemos el espíritu de jerarquía que caracterizó a San Miguel, o nuestro espíritu es el de Lucifer. El patronazgo de San Miguel es, pues, singularmente precioso para quienes quieren permanecer fieles a la Ortodoxia, a la genuina Doctrina de la Iglesia Católica, en todos los puntos atacados por el espíritu de revuelta.

San Miguel, Modelo de combatividad

                    San Miguel es asimismo el modelo del guerrero cristiano, por la fortaleza que demostró al arrojar al Infierno a las legiones de espíritus malditos. Es el Guerrero de Dios, que no tolera que la Majestad Divina sea contestada u ofendida en su presencia, y que está dispuesto en todo momento a empuñar la espada para aplastar a los enemigos del Altísimo. Él nos enseña que al católico no le basta con hacer el bien: también tiene el deber de combatir el mal. Y no solo un mal abstracto, sino el mal tal y como existe en los impíos y pecadores. 

                    Pues San Miguel no arrojó al Infierno el mal como un principio, una mera concepción de la inteligencia, ni los principios y concepciones meramente intelectuales son susceptibles de ser quemados por el fuego eterno. Fue a Lucifer y a sus secuaces a quienes arrojó al Infierno, pues odiaba el mal como existente en ellos, amado por ellos. 

                    Vivimos en una época de profundo liberalismo religioso. Pocos son los cristianos que tienen la idea de pertenecer a una Iglesia Militante, tan militante en la tierra como lo fueron San Miguel y los Ángeles fieles en el Cielo. También nosotros debemos saber aplastar la insolencia de la impiedad. También nosotros debemos oponer al adversario una resistencia tenaz, atacarlo en sus posiciones, expulsarlo y reducirlo a la impotencia. San Miguel, en esta lucha, no debe ser solamente nuestro modelo, sino nuestro auxilio. La lucha entre San Miguel y Lucifer no ha cesado, sino que se extiende a lo largo de los siglos. Él ayuda a todos los Cristianos en los combates que emprenden contra el poder de las tinieblas.

San Miguel, Protector de la Santa Iglesia

                    No es de extrañar, por lo tanto, que San Miguel haya sido considerado patrono de la antigua Sinagoga. Esta fue una prefigura de la Iglesia Católica. Y a ese título era la organización militante de todos los hijos de Dios. Por ello, los que luchan por la Iglesia hoy en día pueden venerar a San Miguel como su Patrono, al igual que lo hacían los antiguos judíos. 

                    Este patrocinio es especialmente sensible en un punto. Es en la lucha contra la Masonería. En efecto, la Masonería no es más que la anti-Iglesia, constituida por el poder de las tinieblas para socavar y destruir la Civilización Cristiana, como medio para reducir al mínimo la influencia de la Iglesia y perder el mayor número de almas. Está bien visto que la Masonería es satánica en su espíritu, su programa, sus métodos. Y así, San Miguel es por excelencia el Patrono de los que luchan contra esta secta infernal.

San Miguel, Protector de los moribundos

                    Se admite generalmente que el Demonio, deseoso de perder las almas, descarga contra ellas tremendas tentaciones en el momento de la muerte. Por eso, en la oración por los agonizantes, la Santa Iglesia incluye una invocación a San Miguel, pidiéndole que abra las puertas del Cielo para el moribundo. Así pues, San Miguel Arcángel debe ser invocado a este título, y muy asiduamente, por todos los fieles, y en especial por aquellos que tienen algún motivo más particular para sentir que su vida está en peligro.

San Miguel, Modelo de los adoradores eucarísticos

                    En nuestros días, la piedad eucarística ha alcanzado un grado de desarrollo admirable (1). Las asociaciones destinadas a promover la adoración al Santísimo Sacramento se multiplican por doquier. En varias ciudades existe la obra de la Adoración Perpetua, organizada por los beneméritos Padres Sacramentinos. De este modo, se presta a Dios un culto que le es sumamente grato y, al mismo tiempo, se repara la inmensa cantidad de pecados y de ultrajes que se cometen constantemente contra la Majestad Divina. 

                    Ahora bien, aún a este título San Miguel Arcángel tiene una relación especial con la Piedad de nuestro tiempo. En efecto, es el modelo de los adoradores eucarísticos. Conocemos por la Sagrada Escritura que San Miguel asiste perpetuamente junto al Trono de Dios, presidiendo el culto de adoración que se le tributa al Altísimo y ofreciéndole las oraciones de los Santos, simbolizadas por el incienso cuyo humo asciende a los cielos. Por lo tanto, es muy justo ver en él al Modelo de los adoradores eucarísticos.

San Miguel, Patrono de la lucha contra el Comunismo

                    Estos comentarios sobre la devoción a San Miguel Arcángel serían incompletos si no contuvieran una referencia a la magnífica oración en alabanza suya, que León XIII quiso que se recitara en todo el Orbe Católico, después de la Misa, por el celebrante arrodillado a los pies del Altar. 

                    Es sabido que el propósito de esta oración era obtener una solución a la cuestión romana, que mantenía en litigio a la Santa Sede y a Italia desde la conquista de Roma por las tropas garibaldinas. Lo que parecía imposible para la sabiduría humana fue obtenido gracias a las oraciones de toda la Iglesia. El Tratado de Letrán (1929) puso término a la espinosa cuestión. 



Como ocurre con muchas imágenes de este blog, la presente estampa se puede
imprimir a doble cara, para uso personal o hacer apostolado, gratuito, sin fines de lucro


                    Después de esto, Pío XI dispuso que esta oración se rezara por la conversión de Rusia y la derrota mundial del Comunismo. El Comunismo constituye, en nuestros días, un tremendo peligro que pone en sobresalto a todas las naciones de la tierra. Por su ateísmo radical, por el espíritu de revuelta que preside toda su concepción de la sociedad, de la cultura, de la economía y de la vida en general, es nítidamente diabólico. Por ello, San Miguel Arcángel es el Patrono naturalmente indicado para la lucha contra el comunismo.

                    Así debemos hacer nuestro el propósito expresado en el himno que la Sagrada Liturgia canta en alabanza a San Miguel en su Fiesta: “Contra ducem superbiae sequamur hunc nos Principem, ut detur ex Agni Throno nobis corona Gloriae”: en la lucha contra el jefe del orgullo, sigamos al Príncipe San Miguel, para que del Trono del Cordero nos llegue la corona de Gloria.


Doctor Plinio Corrêa de Oliveira, 
revista "Catolicismo", nº. 9, Septiembre de 1951


NOTA

                    1) Debe tener en cuenta el lector que el Doctor Plinio escribió este artículo cuando empezaba la década de 1950, los últimos años de gloria de la Iglesia Romana, hoy tomada por el Modernismo; esa época, otrora cargada de Piedad y Temor de Dios ya pasó: los católicos íntegros permanecemos en catacumbas, muy lejos de la "Iglesia del Concilio" que desterró para siempre todo aquello que santificara a nuestros abuelos.